El Govern más de izquierdas y soberanista posible

La sombra post 14-F de Pablo Iglesias

Los socialistas no deberían dinamitar un Govern de Frente Amplio, en beneficio de la estabilidad del Gobierno del PSOE y Unidas-Podemos

MADRID 16 12 2020 - El vicepresidente segundo del Gobierno  Pablo Iglesias  asiste a la sesion del Congreso de los Diputados en la que el presidente del Gobierno  Pedro Sanchez  comparece a peticion propia para informar de los dos ultimos consejos europeos y de la situacion en que se encuentra Espana en este momento de la pandemia  a las puertas de la Navidad  EFE J J  Guillen

MADRID 16 12 2020 - El vicepresidente segundo del Gobierno Pablo Iglesias asiste a la sesion del Congreso de los Diputados en la que el presidente del Gobierno Pedro Sanchez comparece a peticion propia para informar de los dos ultimos consejos europeos y de la situacion en que se encuentra Espana en este momento de la pandemia a las puertas de la Navidad EFE J J Guillen / EFE / J. J. GUILLÉN

Joan Tardà

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En un debate solemne en el Congreso, un diputado republicano cerró la intervención con vivas a las futuras repúblicas catalana y la tercera española. Los diputados de Unidas-Podemos aplaudieron intensamente. Al pasar al lado de Pablo Iglesias, el diputado le reclamó que la próxima vez le tocaba hacerlo a él. Iglesias, encogiéndose de hombros, con las manos y con la mirada vino a decir que aún no tocaba.

Hoy, Unidas-Podemos forma parte del primer Gobierno de coalición desde 1977, lo que pone en valor la inteligencia política de Pablo Iglesias. El mismo líder que en la formulación del corpus ideológico de su partido había acuñado que el PSOE era parte inseparable de la "casta", había sabido prever los escenarios de entendimiento entre Sánchez y Ciudadanos para conseguir arrastrar el socialismo hacia la socialdemocracia abandonada, aunque tuviera que pagar la prenda de las disensiones de los Anticapitalistas liderados por Teresa Rodríguez.

El hecho es que Unidas-Podemos ha generado una tensión ideológica, inédita en los gobiernos monocolores socialistas, sin la cual la ministra ultraneoliberal Nadia Calviño hubiera entrado cada martes en el Consejo de Ministros como el caballo de Pavía. Tensión que, al mismo tiempo, cierra el paso a la consolidación del acriticismo. Prueba de ello es la idea expresada por el vicepresidente relacionando el 'presidente' Puigdemont con el exilio republicano. Declaraciones que van mucho más allá de la anécdota o el despropósito, como clama la nomenclatura socialista, porque estallan como una carga de profundidad en el imaginario autocomplaciente de una supuesta excelencia de la democracia española.

El tiempo permitirá captar la trascendencia del atrevimiento político de Pablo Iglesias por sacudirse sectarismos y hacer realidad el actual gobierno de coalición. En todo caso, sorprende cómo correligionarios suyos que valoran la empresa iniciada en Madrid repudian sin rodeos (en periodo preelectoral, claro) la posibilidad de actuar de igual manera en Catalunya. Es decir, condicionando un hipotético Govern presidido por un partido netamente socialdemócrata como ERC. Reniegan de ello con pocos razonamientos objetivos y muchos prejuicios, porque nadie puede considerar que las políticas económicas del socialismo español se hayan diferenciado mucho de las defendidas históricamente por CiU, lo que explica lo permanente que fue el entendimiento a lo largo de décadas entre el socialismo español y el pujolismo en todo lo que alcanzaba a política industrial, energética, laboral y fiscal. De hecho, la contundencia verbal utilizada por Pablo Iglesias hacia el PSOE superó incluso la que se ha utilizado respecto a CiU por parte de sectores de la izquierda catalana.

Unidas-Podemos ha generado una tensión ideológica, inédita en los gobiernos monocolores socialistas, y ha arrastrado al PSOE hacia la socialdemocracia abandonada

Pero la realidad es insoslayable. Hoy el Gobierno PSOE-Unidas Podemos es el mejor Ejecutivo al que se puede aspirar en el contexto de la actual coyuntura española, por lo que el republicanismo catalán y el independentismo vasco no solo no pusieron palos en la rueda de la investidura de Sánchez, sino que votaron los Presupuestos. No existió un enroque Izquierda-Bildu ni un atrincheramiento de Podemos porque hubiera supuesto un PSOE aún más conservador.

Por eso, al día siguiente del 14-F, si el republicanismo logra la victoria, inevitablemente planeará la pregunta de cuál es el Gobierno más progresista y soberanista a que puede aspirar la Catalunya de 2021 para hacer frente a los retos de la reconstrucción pospandémica, la desjudicialización y la construcción de una solución democrática compartida por la mayoría de la ciudadanía a modo de referéndum. Respuestas múltiples, ciertamente, pero una estará muy presente: el que haga posible un mayor protagonismo de las izquierdas.

La inteligencia política de Pablo Iglesias aplicada en Catalunya ante una hipotética investidura de Pere Aragonès como presidente de un Govern de Frente Amplio abre un campo de interlocución y de protagonismo gubernamental de nueva planta entre las izquierdas partidarias de una solución negociada con el Gobierno del PSOE a modo de referéndum. Un gobierno de Frente Amplio que el socialismo no debería dinamitar en beneficio, a la vez, de la estabilidad del Gobierno Sánchez-Iglesias.

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