Elecciones catalanas

El 'efecto Arrimadas' bis

Salvador Illa, como la líder de Ciudadanos, podría capitalizar el grueso del voto que no se identifica con el ‘procés’ y cosechar el mismo resultado final

El ministro de Sanidad, Salvador Illa, en una imagen de archivo.

El ministro de Sanidad, Salvador Illa, en una imagen de archivo. / EUROPA PRESS R Rubio POOL - Euro

Sergi Sol

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La sustitución de Miquel Iceta por el ministro Salvador Illa como cabeza de cartel socialista parece haber dado un impulso a la candidatura del PSC. O así lo atestiguan las encuestas. Y esa era, sin lugar a dudas, la información demoscópica con la que contaba el PSOE. El trasvase de votos que lograría Illa sería en detrimento de unos Ciudadanos con acentuada tendencia a desplomarse. Y unos Comuns que llevan camino de sucumbir al vendaval y volver al tamaño de la ICV más débil.

Illa, como Inés Arrimadas en 2017, parece estar en condiciones de capitalizar el grueso del voto que no se identifica para nada con el ‘procés’ y que querría un cambio drástico en el Govern de la Generalitat. A diferencia de Arrimadas, Illa no profesa un anticalanismo manifiesto. Aunque, eso sí, es percibido como alguien más intransigente para con el independentismo frente al ‘catalanista’ Miquel Iceta. Illa, además, cuenta con un pedigrí que se presume más cercano a alguno de los planteamientos de Ciudadanos. Y aunque no ha sido beligerante contra la inmersión lingüística en las escuelas, no renuncia a plantear cambios en la línea de enmendar la escuela catalana y la lengua vehicular.

Otro cantar es que si Illa lograra finalmente emular el 'efecto Arrimadas' de 2017, podría exactamente cosechar el mismo resultado final, si prevalece la mayoría independentista. E incluso siendo esta endeble, Illa debería lograr aunar en una misma votación los votos a favor de VOX y Comuns, amén de los de Carrizosa y Alejandro Fernández. No es imposible, el PSC logró ese tipo de apoyos para la investidura de Ada Colau, solo que ahora no podría fallar nadie.

Por otra parte, ninguno de los tres partidos independentistas parece en disposición de darle sus votos para la investidura. A menos, claro está, que lograra seducir con no se sabe qué promesa o con qué parte del pastel. Ya ocurrió en la Diputación de Barcelona. Pero, pese al precedente y a la sorprendente solidez de ese acuerdo frente al barullo en el Govern de la Generalitat, es algo que ahora mismo parece aunque no imposible, altamente improbable.