ANÁLISIS

Andorra, territorio ciclista

Andorra ciclismo

Andorra ciclismo / EFE / MANUEL BRUQUE

Sergi López-Egea

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No es algo nuevo que las estrellas deportivas que pueden residir lejos de su país de origen busquen pequeños estados donde la presión fiscal es menor. En el caso de los ciclistas antes se iban a Mónaco, hasta que Purito Rodríguez descubrió Andorra y a su estela fueron instalándose corredores de todas partes, desde los anglosajones que vivían en Girona tras los pasos de Lance Armstrong, a buena parte de los colombianos, que solo pisan Europa en época de competición. En Girona ya no queda casi nadie que se gane la vida a golpe de pedal. Y, en Andorra, existe tal pelotón que el pasado julio solo era necesario situarse a mitad de la subida de Envalira para sentirse como si se estuviese en la ruta del Tour. Unos, porque residían en Andorra, y otros, aclamados por la nueva llamada del país como destino cicloturista, porque habían escogido sus montañas para entrenar tras el confinamiento. 

Un profesional explicaba por qué cambio Mónaco por Andorra. Por el alquiler de un pequeño apartamento tenía un chalet y por el precio de un café en Montecarlo podía desayunar en cualquier bar pirenaico, pese a que la presión fiscal andorrana y las exigencias son mayores que la monegascas (10 por ciento del salario y la obligación de dejar 50.000 euros como fianza ante el Ministeri de Finances de Andorra). Quizá no resulte políticamente correcto residir en el extranjero para pagar menos impuestos, pero más impresentable y un delito es engañar al fisco español como han hecho algunos grandes astros del balón. 

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