EL PRESIDENTE DEL FUTURO

Piqué se queda (en Andorra)

Piqué, abrazado por Arturo Vidal, celebra su gol ante el Rayo.

Piqué, abrazado por Arturo Vidal, celebra su gol ante el Rayo. / periodico

Emilio Pérez de Rozas

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Hasta que apareció Gerard Piqué, uno de esos personajes que mea colonia y lo hace todo perfecto (aunque haya tenido que cambiar ya la Copa Davis y lleve cuatro entrenadores en tres años con el Andorra), no paraba de darle vueltas a la final de la Supercopa.

Pensaba que, en efecto, cuando uno pasa hambre, ese trofeíto te hace sacar la trompeta, la gabarra, estar hasta las doce de la noche en La Cartuja celebrándolo y, al llegar a Bilbao, no solo abrazarte a los tuyos, hacer una fiesta virtual, sino ir a entrenar a Lezama, mientras el perdedor, el Barça, se relame las heridas…¡con dos días de fiesta!

Quién pidió tiempo

Lo siento por Ronald Koeman (o no) pero Marcelino García Toral se ha cargado, de un plumazo, en menos de 15 días, eso de que hace falta tiempo para cambiar a un equipo, hacer la revolución, pasar de perder a ganar, de ser una medianía a campeón. Y con menos presupuesto y sin estrellas. Bueno, sin Leo Messi, que tanto miedo le daba a Marcelino. Claro que mientras Marcelino decía que sus jugadores “están como cañones, se van a comer el mundo”, ‘Tin Tin’ rezaba para poder contar con Messi, aunque fuese lesionado y/o cojo. Como así fue.

Mientras Piqué le echaba una mano a Quique Setien contratando a Eder Sarabia para su Andorra, demostrando que los chulitos siempre acaban juntándose, el Athletic y el trompetista Villalibre pasaban por encima del Madrid y el Barça, mofándose, incluso, del mejor jugador del mundo, expulsado, por vez primera, en años. Y es que, amigos, estos grandes han dejado de meter miedo. Ya nadie les respeta. Ya todo el mundo se atreve con Madrid y Barça. Y hasta los niños son capaces de ningunear al tipo del poster que tienen en su habitación.

Como Gil y Gil

Pero, insisto, aunque le diese muchas vueltas a ese nuevo (o viejo) ridículo del Barça (y de sus estrellas, aunque el equipo que acabó en La Cartuja hubiese perdido en el estadio Johan Cruyff contra cualquier Segunda), lo que me flipa de verdad, lo que me parece lamentable es que Piqué, el presidente azulgrana del futuro, se comporte como si fuese un Jesús Gil y Gil cualquier o un caprichoso Peter Lim. Nacho Castro, al que no tengo el gusto de conocer pero me parece un señor ¡un señor!, lo estaba haciendo de maravilla en Andorra. Y lo echan. Y, como en el twitter de Neymar, Piqué ‘se queda’. Cosas de los dueños. De los amos.