Huérfanos de Merkel

La cancillera alemana, Angela Merkel.

La cancillera alemana, Angela Merkel. / ODD ANDERSEN

Rafael Vilasanjuan

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Soy fan de Angela Merkel. Lo escribo sin reservas, sin pudor, sin reparos a una carrera que ha dominado la agenda alemana -y de paso la europea- en las dos últimas décadas. Sé que la misión del periodista es mantener una distancia crítica con el poder, plantear las cuestiones incómodas y dejar que los políticos acaben dando sus respuestas. Pero en la hora de los adioses, se nos va a hacer difícil encontrar a alguien capaz de reemplazar a una figura política que ha sabido huir de la polarización y encontrar siempre el centro de gravedad sobre el que se hace más fácil entender para qué sirve la política.

Podemos criticar la inflexibilidad con la deuda y el crédito en los países el sur de Europa en la crisis de 2008, fruto de un credo por la austeridad con el dinero público del que aquí no teníamos constancia y que ciertamente en Grecia hizo estragos. Pero desde que inició su mandato como cancillera alemana en 2005, Merkel ha transitado la crisis financiera, la del euro, la de la vecina Ucrania, la de los refugiados en 2015 y la del coronavirus, dando en cada una de ellas una respuesta que ha hecho que su partido fuera cada vez más liberal, su país más abierto y la Unión Europea más estable, en tiempos de tinieblas.

¿Podremos navegar sin ella? Mientras en Gran Bretaña -con el apoyo de un liderazgo inquietante en la Casa Blanca-, sus pares en el partido conservador despreciaron el potencial de Europa y presionaron para irse, aun a costa de desmantelar la Unión, Merkel ha sabido darle una estabilidad de crucero y aprobar en contra de su credo liberal unas ayudas muy generosas durante la pandemia para demostrar que la UE no es el problema, sino la solución. Se va una líder que ha sabido gobernar superando el sectarismo para hacer de los conservadores alemanes el centro de las ideas y el motor que necesita Europa. Ahora el horizonte parece huérfano. El relevo de su sucesor, Armin Laschet, va a ser un reto para Alemania. Para el futuro de Europa, aún más.