¿A quién beneficia?

El desorden es tan enorme que, a estas alturas, soy incapaz de calcular a quién beneficia el retraso electoral y si beneficia a alguien. Hay argumentos a favor y en contra, en función de unas expectativas que, como mínimo, son imprecisas, más impredecibles que nunca, tan inciertas como siempre, pero con un conjunto de variables que pueden hacer voltear cualquier cálculo. ¿Que ahora los socialistas iban al alza y quizás más adelante no será así? ¿Quién lo sabe? ¿Que los independentistas, algunos, necesitan más tiempo para conquistar más espacio?

En el futuro inmediato puede haber noticias muy buenas o fracasos estrepitosos. ¿Cómo se podrán soportar más meses de Gobierno provisional, con todo lo que ello significa de cálculo electoral por encima de las necesidades sociales explícitas, de luchas fratricidas, de acusaciones infundadas, de alegatos en contra del aplazamiento (¡¿por trumpismo?!) o a favor (¡¿porque así habrá más tiempo para una victoria clara?!) ¿Y que acaso no es cierto que la realidad, la más dura, la insobornable, puede generar altibajos hoy por hoy impensados ​​en cualquier bando?