Elecciones catalanas

'Efecto Canadell'

La realidad ha demostrado que las propuestas políticas que articulan las actitudes insolidarias y excluyentes, como las del numero 3 de Junts, pueden tener mucho éxito

Joan Canadell

Joan Canadell / Marta Pérez

Paola Lo Cascio

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En los últimos días, comentaristas y medios de comunicación se han centrado en analizar el llamado 'efecto Illa', al calor de la publicación de algunos estudios de opinión que recogen el impacto que tendría sobre los resultados de las próximas elecciones catalanas del 14 de febrero (a la espera de que los avatares de la pandemia, y los inevitables cálculos de los partidos establezcan si finalmente se aplazarán o no) la apuesta socialista de presentar el actual ministro de Sanidad, Salvador Illa, uno de sus valores políticos más consolidados. Los estudios demoscópicos marcan tendencias y a la vez influyen en la opinión pública en la medida en que dibujan horizontes percibidos como posibles y por ello se han de tener en cuenta.

Sin embargo, y aun constatando que el movimiento de los socialistas ha sacudido a fondo el tablero, queda tiempo para conocer la incidencia real de esa decisión del PSC, entre otras cosas porque aún quedan muchos indecisos y hay una razonable incertidumbre con respecto a la abstención y a su concentración, desde un punto de vista geográfico y partidista. Sin embargo, a día de hoy parece haber otros 'efectos' que ya han provocado resultados apreciables.

Es el caso de la flamante candidatura de Joan Canadell como número 3 de de Junts, en una posición en que, con un Puigdemont de número 1 que ya ha declarado que no optará por el escaño, y una Laura Borrás que puede tener problemas para asumir su responsabilidad como resultado de una posible inhabilitación por prácticas irregulares en su etapa de directora de la Institució de les Lletres Catalanes, le proporciona un virtual liderazgo, reforzado por la excelente acogida en las bases del partido en las primarias. En otras palabras, ahora mismo Canadell es la viva imagen de la candidatura de Junts.

Seguramente, el personaje da pie también a una cierta ridiculización: sus apariciones televisadas promocionando su MaskCat han sido antológicas

Y se trata de una imagen muy precisa: aprobación de Trump (aunque haya habido, después de los hechos del Capitolio, una cancelación compulsiva de tuits en los últimos días); apreciaciones excluyentes con respecto a una parte de la ciudadanía (ha definido como “colonos”a los trabajadores procedentes de otras zonas de España, añadiendo de propina que no poseen niveles competenciales para desarrollar tareas complejas); planteamiento –este sí-, colonial, que dibuja una Catalunya supuestamente “nórdica” y virtuosa entorpecida por la solidaridad interterritorial con el resto de España, intrínsecamente ineficaz (con una verdadera obsesión para el llamado déficit fiscal, y la recuperación del sempiterno “Espanya ens roba”) y ataques a los agentes sociales organizados (en ocasión de la fallida Llei de Cambres, ha censurado duramente tanto a sindicatos como a patronal).

También un planteamiento ferozmente neoliberal en temas tan sensibles como la reforma laboral, la fiscalidad o la regulación de los alquileres (ha declarado que su objetivo es trabajar para que "la política se acerque a los empresarios"); apoyo a las teorías históricas terraplanistas (es un activo 'supporter' del Institut Nova Història); flirteos con la extrema derecha nacionalista catalana que empieza a despuntar de forma explícita (ha apelado directamente a los votantes del FNC), y voluntad de dinamitar cualquier intento de diálogo para dirigirse a una confrontación en el tema nacional (rechaza la mesa de diálogo y es partidario de declarar la independencia con un voto más del 50%) .

Seguramente, el personaje da pie también a una cierta ridiculización: sus apariciones televisadas promocionando su MaskCat, un dispositivo ni útil ni homologado para prevenir los contagios frente al covid como si de una 'teletienda' se tratara han sido antológicas, aunque no han sido las únicas manifestaciones del candidato dignas de despertar verdadera vergüenza ajena. Pero parece una equivocación muy grande desterrar el fenómeno al cajón del 'frikismo'. La realidad ha demostrado que más allá de lo pintoresco, las propuestas políticas que articulan las actitudes insolidarias y excluyentes que existen en las sociedades, aún más en tiempos convulsos como estos, pueden tener mucho éxito. 

El 'efecto Canadell' ha situado una parte de la derecha nacionalista catalana en ese cuadrante y sería muy útil que todas las otras fuerzas políticas tomaran buena nota de ello.

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