Pros y contras

'Patchwork'

El asalto al Capitolio nos deja dos lecciones a tener en cuenta: nadie quiere sentirse un desperdicio y es posible tejer alianzas insólitas

Manifestantes pro-Trump, a las puertas del Capitolio

Manifestantes pro-Trump, a las puertas del Capitolio / OLIVER DOULIERY

Emma Riverola

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Divertido y a la vez pavoroso. Define bien mi amigo Fonalleras el mar de banderas del asalto al Capitolio que el sociólogo Biel Casas ha estudiado y publicado en Twitter. Los emblemas oscilan entre los nostálgicos de viejos poderes (templarios, confederados o viriles, tanto da), los gremiales, los religiosos y, oh sorpresa, los de países como Georgia, Cuba o Polonia. ¿Qué pinta ese confuso mar de retales ideológicos defendiendo a Donald Trump?  

En realidad, está en el trasfondo de cualquier creencia: el egoísmo. Defendemos aquello que creemos mejor para nosotros y los nuestros, siendo ese ‘nuestros’ extensible al planeta entero. Pero no deja de sorprender ese extraño 'patchwork' de pasiones trasnochadas, algunas incluso enfrentadas. Más allá de Trump, también de EEUU, hay millones de personas que creen ver en los retales del pasado un modo de sentirse fuertes. Una evocación fantasiosa contra un devenir que no sienten propio. El asalto al Capitolio nos deja dos lecciones a tener en cuenta: nadie quiere sentirse un desperdicio y es posible tejer alianzas insólitas. El 'patchwork' puede ser una obra de arte, todo depende del diseño final.