Una obra universal

Un brindis por la Biblia

El libro más influyente de todos los tiempos ha añadido un nuevo récord: ha visto terminada su traducción número 700

La biblia de Elvis que se ha subastado en Londres.

La biblia de Elvis que se ha subastado en Londres. / JS JW**LON**

Care Santos

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2020 fue el año de la Biblia. La conmemoración pasó inadvertida, sobre todo para los no creyentes, tal vez porque una pandemia que parece sacada del mismo Éxodo centró nuestra atención. A pesar de todo, hubo una eclosión de traducciones y reimpresiones bíblicas, no solo en papel, también en todo tipo de formatos digitales, para leer y escuchar, incluida una versión para móviles que está causando furor.

En octubre el libro más influyente de todos los tiempos añadió un nuevo récord a su ya larga lista de hitos. El texto completo, que incluye Antiguo y Nuevo Testamento, vio terminada su traducción número 700. No es fácil saber qué idioma fue el afortunado, porque se dieron por finalizadas varias en los mismos días. Bien podría haber sido la asturiana, que llegó a la imprenta pocas semanas más tarde, y que en apenas unos días podrá encontrarse en librerías. Se trata de un proyecto largamente acariciado por la Sociedad Bíblica Española, que se inició en 1989 y que la falta de financiación hizo peligrar varias veces.

Veintidos años son mucho tiempo para casi todo el mundo, pero no para los traductores bíblicos. Se estima que antes de la llegada de los ordenadores, se precisaban 25 para terminar una traducción completa. Hoy día son necesarios entre 10 y 15. La labor es ingente, no solo por la longitud del texto —más de 773.000 palabras, repartidas en 66 libros—, sino por las bizantinas discusiones teológicas que generan algunos términos y que llevan mareando a los especialistas desde que en el siglo I se vertieron al griego los originales hebreos y arameos.Es evidente que no es tarea para una sola persona. De hecho, la leyenda dice que los primeros, los griegos, fueron 70, lo cual dio lugar al nombre mismo de la traducción, que es conocida como «la septuaginta». Se calcula que el coste de una traducción completa es de 300.000 euros.

Se contemplan las lenguas con más hablantes, pero se ocupan también de las minoritarias, que resultan legitimadas

Las sociedades bíblicas, de carácter cristiano, tienen la misión universal de hacer llegar la Biblia a aquellos idiomas del mundo que aún no disponen de ella. Otra labor faraónica. Se calcula que existen 6.500 lenguas en el mundo, de las cuales 2.500 disponen de una traducción parcial o total del texto. Otras 4.000 están aún por explorar, y se trabaja al mismo tiempo en centenares de traducciones. Por supuesto, se contemplan las lenguas con más hablantes, pero se ocupan también de las lenguas minoritarias, aquellas en las que la traducción de un libro tan descomunal nunca saldría a cuenta. Al traducir la Biblia a estas lenguas pequeñas, no solo sale ganando el libro, también la lengua, que resulta a menudo legitimada, fortalecida, fijada en sus estructuras gramaticales y su vocabulario. En ocasiones, la Biblia es el único libro disponible en ciertos idiomas. Otras, el testimonio de que la lengua, ya desaparecida, existió.

La traducción de la Biblia al asturianu llegará poco después de que las redes se encendieran de indignación tras el discurso navideño del Rey, que en ningún momento utilizó la lengua del Principado de Asturias. También después de que muchos secundaran en fin de año una campaña en redes sociales con la etiqueta #Unbrindispoloasturianu con la intención de visibilizar una lengua que sus hablantes creen ninguneada. La traducción de la Biblia parece un buen motivo para brindar, desde luego. Por el asturianu y por la misma Biblia, que conserva una salud de hierro.

Debo confesar que hace poco me compré una Biblia en catalán, la editada por Proa en 2012 y traducida también gracias al apoyo de una sociedad bíblica. No es mi primera Biblia (estudié en un colegio de monjas), pero desde luego es la más bonita que he tenido. También es la primera en catalán, lo cual es una incongruencia, porque el valenciano fue el primer idioma al que se tradujo el libro de libros en el Estado español, y el cuarto en todo el mundo, allá en el siglo XV. Desde hace meses, la estoy leyendo, saboreando, disfrutando. No como creyente —que no lo soy—, sino como lectora exigente. Cuando a finales de diciembre algunos me preguntaron cuáles eran los mejores libros que leí en 2020, estuve tentada de decirles la verdad. El Libro de Ruth, el Génesis, el Éxodo, los Hechos de los Apóstoles, el libro de los Salmos, el Apocalipsis… Callé en el último momento, por temor a parecer rarita.

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