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'Offside', la nueva moneda del fútbol

Que el mercado de invierno se haya convertido en un glaciar no es ninguna sorpresa. Tampoco el de verano fue para tirar cohetes.

Memphis Depay celebra un gol con el Lyon.

Memphis Depay celebra un gol con el Lyon. / Jeff Pachoud

Josep Martí Blanch

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Barcelona alumbró en 2018 una moneda propia a la que sus promotores municipales llamaron REC. Me pasa con ella lo mismo que con los billetes de 500 euros. Como no la he visto nunca no puedo garantizar en primera persona su existencia. Pero de igual manera que confiamos en el Banco Central Europeo también lo hacemos con la alcaldesa Ada Colau, así que demos por bueno que el gran despliegue mediático con el que se presentó el invento en su día se ha trasladado a la realidad y que incluso hay alguien que ha utilizado en algún momento este método de pago para adquirir unos gramos de marihuana, la barra de pan o abonar la reparación de la caldera.

Volver a hinchar la burbuja

El futbol necesitaría algo similar. Una moneda propia que permitiese escapar a los clubs de la tiranía de la ortodoxia monetaria para sanear sus cuentas, equilibrar sus balances, abonar tranquilamente las nóminas de las plantillas y volver a darse alegrías en el mercado de fichajes. Tengo para mí que esta moneda podría bautizarse con terminología futbolística. Como en su día ya nos acostumbramos a las sociedades 'offshore', quizá 'offside' sería un buen nombre para el nuevo dorado balompédico, que tendría como objetivo hinchar otra vez la burbuja futbolística y los bolsillos de los comisionistas oficiales (y también de los que lo son sin que se sepa).

Que el mercado de invierno se haya convertido en un glaciar no es ninguna sorpresa. Tampoco el de verano fue para tirar cohetes. Bastante trabajo tienen los clubs para seguir atendiendo sus compromisos de pago como para añadir nuevas obligaciones en un escenario tan imprevisible como el que sigue dibujando la pandemia. La ecuación es simple. Para comprar hay que vender primero. Y como todos los clubes están más o menos igual −unos mal y otros peor− en lugar de vender hay que regalar.

Un Maradona baratito

Y más que un círculo virtuoso, instalados en esta lógica, lo que se genera es un borrón tras otro en los balances. Total, mejor dejar las plantillas como estaban por muchas carencias que se hayan hecho evidentes en el campo. Siempre puede ficharse a alguien a precio de saldo, claro, y que los periódicos deportivos construyan durante unos días la narrativa de que en realidad se trata de un nuevo Maradona al que nadie había prestado suficiente atención y que por eso ha salido baratito. Pero las portadas de la ilusión duran más bien poquito. Un bluf es y sigue siendo un bluf por muchos artículos elogiosos que se le dediquen.

Como quiera que la afición es consciente de la situación tampoco resulta apremiante acudir al mercado para untarla con la pomada analgésica de una nueva ilusión. Las directivas, sin aficionados en los estadios, no sienten presión alguna en el cogote y eso facilita que puedan añadir agujeros al cinturón para continuar apretándolo. Además, siempre puede acudirse al tópico y sacar pecho con que el mejor fichaje de invierno es recuperar a un lesionado o cualquier cosa por el estilo. Como cuando no tienes para el restaurante y alardeas de que como en casa no se come en ninguna parte. Por cierto, ¿alguien sabe si en el Àbac admiten REC’s? Es para un amigo.