Pros y contras

Farsa y tragedia

Nos imaginábamos asaltos protagonizados por mercenarios sofisticados y nos hemos encontrado ante una entrada de payasos estrafalarios

Josep Maria Fonalleras

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Estábamos en casa, construyendo una torre con ladrillos de juguete, jugando al juego de moda, atrapados aún en regalos por descubrir, mientras en la televisión emitían una película que no estaba programada. Y observamos, atónitos, cómo los que iban vestidos de Village People entraban en el Capitolio y también jugaban a la insurrección, espoleados por uno que también se disfrazaba, de rey del mundo, y que les prometía la misma magia irreal que la de los magos.

Y, como los niños pequeños, creyeron que la realidad consiste en tragarse las mentiras que ni siquiera sabes que son mentira, claro, sino que forman parte del universo de imaginadas verdades que "te hacen sentir poderoso". Esto es lo que dijo uno de los asaltantes. Me lo creo: por una razón que desconocemos, entraron como si se tratara de una gincana, medio festiva, medio arrebatada, violenta y estrambótica vez. La primera constatación, la más clara a estas alturas, es que ya no habrá ficción que pueda superar esta puesta en escena. Nos imaginábamos asaltos protagonizados por mercenarios sofisticados y nos hemos encontrado ante una entrada de payasos estrafalarios. La tragedia siempre vuelve en forma de farsa.