Figuras políticas

Merkel, Hidalgo

La trayectoria estelar de la cancillera alemana y la que espera a la alcaldesa de París pueden significar el fin de la testosterona como marcador de la política

El presidente galo y la alcadesa Anne Hidalgo ante una placa conmemorativa en el bar Le Carillon y del restaurante Le Petit Cambodge.

El presidente galo y la alcadesa Anne Hidalgo ante una placa conmemorativa en el bar Le Carillon y del restaurante Le Petit Cambodge. / periodico

Xavier Bru de Sala

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Al paso que se degrada su imagen pública, tendremos que distinguir entre tres tipos de políticos: la gran mayoría, considerados, no sin razón, personas que en vez de consagrarse al servicio público ponen el público al servicio de su interés. Interés que consiste en primer y último lugar en escalar por la pirámide y no resbalar. Hay una cantidad indeterminada de excepciones, tan menguante como escasa, de políticos fiables. Ahora mismo no sabría hacer la lista, y menos entre los que se encuentran más alejados de mis ideas, pero por supuesto que existen, si bien muchos sobreviven camuflados entre la multitud de sus congéneres. Finalmente, y aunque no pocos pensadores, sobre todo franceses, proclamen el fin de los liderazgos como Nietzsche la muerte de Dios, hay líderes auténticos, excepcionales, transformadores. Los hay.

Un identificador que tienen en común es que son poco o nada amigos de la mentira y el subterfugio. Rara calidad, derivada de la fortaleza de las propias convicciones, que unida a una inteligencia excepcional y una voluntad de acero, flexible pero inalterable, les lleva a superar obstáculos y los conduce a elevadas cumbres desde donde cambian el paisaje humano. Dos casos preclaros, el astro europeo llamado Angela Merkel, que toca el fin de su brillantísimo curso, y el meteoro ascendente que ha revalidado la alcaldía de París, Anne Hidalgo. Lástima que estas dos líderes no tengan que cruzarse sobre el cielo de Europa, porque mi deseo para los próximos tiempos sería, si el tiempo no lo hiciera imposible, que Hidalgo sucediera a Macron, Merkel retrasara su anunciada retirada y se encontraran ambas trazando el rumbo de Europa. No podrá ser, pero seguro que se entenderían, y aún más que no se entretendrían, como hacen los políticos, los normales e incluso los fiables, en cuestiones de segundo o tercer orden como excusa para no abordar las determinantes, las que de verdad interesan.

La moderación de Casado

Los méritos de Merkel han sido sobradamente listados y reconocidos, quizá más por gente de izquierdas que por la tropa de conservadores alérgicos a las reformas que la tienen, como al Papa actual, como un obstáculo de primer orden en su ambición para arrinconar la moderación y el pluralismo. Fiel a la doctrina social cristiana, tan cercana a la socialdemocracia en términos de justicia social, su firme oposición a la deriva de la derecha liberal hacia la derecha intolerante ha anclado el grueso de los conservadores europeos del centro, con efectos llamados a extenderse y perdurar. ¿O de dónde creen que proviene la moderación intermitente de Casado?

Tras revalidar victoria de manera contundente con el proyecto de cambio más ambicioso y contundente de cuantos afectan a las grandes ciudades, Anne Hidalgo ha pasado en poco tiempo de controvertida a gran esperanza de los socialistas para las presidenciales de 2022. Recordemos que Chirac consiguió por fin la presidencia después de liberar París de su proverbial inmundicia y embellecerlo. Por poco bien que salgan los planes de Hidalgo, y es difícil que se estrelle porque cuenta con la complicidad y el beneplácito de los parisinos, su prestigio en Francia y en el mundo aumentará de forma exponencial. Su última batalla, con triunfo anticipado ofrecido en bandeja, ha sido su contundente respuesta a la multa al ayuntamiento para su equipo con mayoría absoluta de mujeres. Que se desequilibre la balanza un tiempo hacia el plato discriminado desde siempre no dañará a nadie. Evidente.

Una constelación

La sociedad saldrá beneficiada si prolifera la llegada al poder de mujeres con las virtudes y las capacidades de Merkel, Hidalgo y tantas otras que destacan en los países que mejor han afrontado la pandemia. Todas ellas forman una constelación, que podemos denominar anti-Thatcher, en la que los valores del feminismo modifican la forma de ejercer el poder.

Cuando su tío cardenal quería disuadir a Napoleón de los planes de invadir Rusia, el emperador abrió un ventanal y señaló un punto del cielo. "Ve aquella estrella de allí, eminencia?" "No, sire." "Pues yo sí." Estrella inexistente que marcó el final de unas ambiciones catastróficas. Pues muy al contrario, la trayectoria estelar de Merkel y la que espera a Hidalgo, pueden significar el fin de la testosterona como marcador de la política.