Opinión | Editorial

El Periódico

Por un año de relanzamiento

Los datos de empleo de 2020 son muy malos. Es crucial que, con la ayuda de los fondos europeos, el 2021 no sea solo el año de recuperación, sino de un nuevo impulso

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Presentados demasiado a menudo como dos procesos contradictorios, la realidad insiste en señalar que la crisis sanitaria y la crisis económica son dos caras de la misma moneda de la emergencia causada por la pandemia del covid. De la misma forma que las restricciones de hoy, que tan duramente castigan a sectores como el comercio y la restauración, son la única vía para intentar salvar las campañas turísticas de Semana Santa y el verano, tanto la salud como la economía depositan sus esperanzas a medio plazo en el mismo factor: la vacuna. De su inoculación generalizada a lo largo de 2021 dependen tanto la lucha sanitaria contra el covid como la recuperación económica. Una sociedad bajo el azote de una pandemia no consumirá ni será segura para el turismo. Es una obviedad, pero entre tanta frustración y agotamiento en ocasiones conviene recordar lo evidente.

Los datos de evolución del empleo en el 2020 conocidos este martes muestran un dibujo preocupante. La pandemia deja en España 360.000 empleos menos y unos 724.000 nuevos parados. Diciembre cierra un año para el olvido con más de 19 millones de afiliados a la Seguridad Social, 3,88 millones de desempleados y 755.000 personas en erte. Las cifras indican que 2020 es el primer año desde 2014 que no acaba con más ocupados que el anterior. El virus ha fulminado de un plumazo cinco años de recuperación del empleo en un mercado laboral marcado aún por las cicatrices de la anterior crisis y algunas de las losas de su desigual recuperación, como la precariedad y la excesiva temporalidad. Por sectores, las cifras de empleos perdidos en hostelería o comercio generan vértigo. En Catalunya, los datos son muy desalentadores, peores que la media española: el empleo ha caído en 75.716 trabajadores, hasta los 3,38 millones de ocupados, y el paro creció en el último año hasta los 497.611 desempleados; lo que representa un alza del 28,2%.

En este contexto, los ertes del covid se han erigido en la principal herramienta de protección social de un Gobierno que ha dedicado, entre prestaciones a los trabajadores y exoneraciones a las empresas, el 3% del PIB (unos 21.000 millones) a paliar los brutales efectos de la crisis. No basta, por eso es imprescindible que el Gobierno y los agentes sociales encuentren la forma de prorrogar de nuevo los ertes ante el vencimiento de sus actuales condiciones el próximo 31 de enero.

Pero más allá del escudo social (a los ertes se le une el ingreso mínimo vital y las ayudas a las empresas, entre otros) es imperativo trabajar con la idea de reforzar el sistema productivo y reorientar la economía hacia la sostenibilidad y el valor añadido. El mercado laboral ha dado este 2020 señales de que el pesimismo y el desánimo no deben impregnar ni los análisis ni las políticas. El rebote del empleo y del PIBdel tercer trimestre (el segundo mayor de la UE) muestran que los fundamentos de la economía no son tan precarios. La acertada gestión de los fondos europeos es al mismo tiempo una obligación y una oportunidad. Una exigencia porque, como editorializábamos en la edición ayer y los datos de empleo de hoy refuerzan, España no puede permitirse que de la ayuda europea se beneficien los de siempre. Yoportunidad porque la exigencia y la supervisión europea deben ser un acicate para reorientar la economía española hacia un modelo menos dependiente del turismo, una necesidad que la pandemia ha mostrado en toda su crudeza. Así, 2021 debe ser mucho más que el año de la recuperación. Debe sentar las bases de un relanzamiento en la dirección correcta.