El gobierno de Catalunya

Un Govern, dos tribus

Los constantes titubeos en la 'rave' de Llinars y en las medidas resctrictivas es culpa de unos políticos que utilizan las competencias con intereses electoralistas

Desalojo de la 'rave' de Llinars

Desalojo de la 'rave' de Llinars / MANU MITRU

Ernest Folch

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¿Qué tienen en común la parálisis institucional ante la vergonzosa ‘rave’ de Llinars y la inacción que ha llevado a usar menos del 15% de todas las dosis de la vacuna disponibles en Catalunya? Discrepo de la mayoría: no es la incompetencia. No, el Govern no es una asociación de inútiles, como se suele simplificar. Lo que sucede es algo bastante más duro y perverso, que se llama tacticismo político. Porque ya hace demasiado tiempo que en Catalunya no hay un Govern, sino dos, superpuestos y desconectados, ideológicamente muy alejados, formado por dos partidos que se odian y que sueñan con aniquilar al otro en los siguientes comicios.

Si los mossos, ante el asombro general de la población a la que se le exige ejemplaridad, tardaron más de dos días en desalojar centenares de jóvenes, fue porque Interior y Salut, de facciones tribales opuestas, se miraban de reojo con la esperanza de dar las culpas al otro. Si la vacuna no se ha distribuido eficazmente, no es solamente porque no había neveras, sino porque una parte del Govern se frota las manos pensando que va a sacar rédito de los fracasos de la otra. Y es que la verdadera cuestión de fondo es que la pandemia hizo saltar por los aires la agenda de un Govern que tenía como único plan continuar el viaje improbable a la Ítaca del ‘procés’ y que, vaciado de cualquier simbolismo, ni siquiera ha podido organizar los turnos de vacunación en días festivos.

¿Se acuerdan de aquellos tiempos en que todo era culpa de España y queríamos ser Massachusetts o Dinamarca? Los constantes titubeos en Llinars o la confusión en las medidas restrictivas que desesperan a la población no son culpa esta vez del pérfido Estado, sino de unos políticos que ahora mismo solo saben usar las competencias que tanto reclamaban para intereses puramente electoralistas. Hace un larguísimo año, se anunciaron solemnemente unas elecciones ‘fake’ y desde entonces el ‘Govern’ arrastra los pies sin rumbo alguno. Ahora mismo, hasta el 14-F, no hay más plan, entre los que mandan, que señalar al ‘conseller’ rival que tienen más cerca.