Ágora

Barcelona, una dosis de autoestima

Ahora que las vacunas nos dan un halo de esperanza, no desaprovechemos el impulso y el reconocimiento internacional que el mundo nos concede en el ámbito de la formación de los negocios

El edificio de Eada en Barcelona, en una imagen de archivo.

El edificio de Eada en Barcelona, en una imagen de archivo. / Sergi Conesa

Jordi Díaz

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Siempre se ha dicho que la formación para directivos es un sector anticíclico, es decir cuando la economía va bien los profesionales no se detienen a estudiar, mientras que cuando las cosas se tuercen las escuelas de negocios se convierten en un refugio donde capacitarse y actualizarse para entrar o mantener su posición competitiva en un mercado laboral más complejo. ¿Es esto todavía vigente?

Lo que se inició como una crisis sanitaria pronto ha derivado en una crisis económica y laboral de complejidad sin precedentes. Para entender su verdadero alcance, desde el punto de vista laboral nos tenemos que remontar a pocos días antes del estallido de la crisis del covid-19. Como si de una premonición se tratase, en la última reunión de líderes globales en Davos que tuvo lugar en enero, durante la celebración del Foro Económico Mundial, uno de los seis ejes centrales fue volver a capacitar a 1.000 millones de personas para la próxima década, un tema que se engloba en el programa 'Reskilling revolution'.

Si en algo estamos todos de acuerdo es que el covid-19 ha sido un punto de inflexión ante la aceleración de tendencias (impulsadas por la digitalización) que se venían percibiendo en todos y cada uno de los vectores empresariales. Un mercado laboral que necesitaba actualizar a más de 1.000 millones de personas antes de la pandemia gana ahora una dimensión descomunal. ¿Siguen siendo 1.000 millones de profesionales los que deben 'reciclarse' o ese número también se ha multiplicado? En febrero vivíamos justo en el antes, un mundo que necesitaba cambios pero que nos ofrecía un cierto confort para ir asumiéndolos de forma paulatina. Aunque la vacuna no esté plenamente administrada, vivimos ya en el después, un después que exigirá de una mentalidad y una acción más disruptiva.  

Aunque la vacuna no esté plenamente administrada, vivimos ya en el después, un después que exigirá de una mentalidad y una acción más disruptiva

Hablamos de digitalización pero con igual o más fuerza está emergiendo la importancia de la sostenibilidad. Siglas como ESG y SDG (Environmental, Social & Governance y Sustainable Development Goals: ambiental, social y de gobierno, y objetivos de desarrollo sostenible, respectivamente) inundan nuestros correos y exigencias de reporte. En gran medida la digitalización tiene el potencial de acelerar o desacelerar ese mundo más sostenible. Serán las personas -como 'decision makers'- y no los robots los que harán girar el volante en un sentido u otro. La formación de esos más de 1.000 millones de profesionales desactualizados tendrá una influencia directa. 

Y es que el propio FMI, ante la llegada de los ansiados 170.000 millones para la recuperación de España, alerta de la importancia de políticas activas del mercado laboral, que deben centrarse en mejorar la formación, y establecer una mayor coordinación entre universidades y empresas participando, estas últimas incluso, en el desarrollo de los planes de estudio.  

La sociedad, el mercado y la educación para profesionales en activo es ya híbrida, pero no por su conexión 'on-off line' sino porque debe entrar y salir de nuestras actividades de manera constante. Así es la sociedad del después. Gracias al avance exponencial de la tecnología, que nos acerca a los 100 billones de sensores -es decir el 'internet of everything'- esta nos va a permitir saberlo todo, en todo momento y en cualquier lugar. La clave dejará de ser cuánto sabemos sino qué preguntas somos capaces de realizar.

Afortunadamente Barcelona tiene un ecosistema de educación para profesionales y directivos de primer nivel mundial. El pasado 7 de diciembre, el 'Financial Times' volvía a ubicar nuestra ciudad, junto a París y Londres, en el podio europeo de los mejores destinos para la formación de directivos con tres escuelas - IESE, ESADE y EADA- , entre las 30 mejores

Hace tiempo que algunos insisten en que Barcelona ya no es lo que era, que ha perdido fuerza. Algunos siguen lamiéndose las heridas, apelando a la nostalgia antes que a la determinación para cambiar las cosas. No es un gran momento, la sociedad está pasando por una situación inédita y, sobre todo, muy compleja. Ahora que las vacunas nos dan un halo de esperanza, no desaprovechemos el impulso y el reconocimiento internacional que el mundo nos concede en el ámbito de la formación de los negocios. Trabajemos juntos. Es el nuevo paradigma, el de la cooperación, que seguro nos ayudará a salir del túnel. 

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