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Operación Salvador

Sánchez e Iceta creen que el ministro Illa, bien valorado, es un candidato nuevo, capaz de poner fin a una convulsa etapa

Salvador Illa

Salvador Illa / PSC / ACN

Joan Tapia

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Fin de año con dos golpes relevantes. Uno, la rueda de prensa de Sánchez afirmando que la coalición tendrá larga vida porque -divergencias aparte- es él (no Podemos) quien tiene la última palabra en todo lo relevante. Dos, la operación Illa, por la que el ministro de Sanidad se erige, contra lo previsto, en el candidato del PSC a la Generalitat a propuesta de Miquel Iceta, que lo fue las dos últimas veces. 

El PSC estaba al alza. La encuesta de EL PERIÓDICO de diciembre le daba 28 diputados (ahora tiene 17). Iceta era, por poco, el candidato preferido frente a Laura Borràs (JxCat) y Pere Aragonès (ERC) y el PSC, el segundo partido en intención directa de voto (tras ERC). ¿La desinflamación? Progresaba, aunque a paso lento. Según el CEO (el CIS de la Generalitat) los que quieren un estado independiente han bajado 3,6 puntos (del 48,7% al 45,1%) desde el momento álgido de octubre del 17. 

El Gobierno JxCat-ERC no ha funcionado, pero el gran hándicap del PSC es que carecía de toda credibilidad como partido ganador

Las cosas no le iban pues mal al PSC. Tampoco bien. Subir 11 escaños en un Parlamento de 135 sigue siendo perder. El PSC, que en todas las encuestas aparece próximo a los deseos de la media de los catalanes, no conseguía rematar. La razón de fondo es que carece de credibilidad como posible partido ganador. Por eso cuando se pasa de la intención directa a la estimación final de voto, el PSC no solo queda detrás de ERC sino también de JxCat. La clave está en dos preguntas de la última encuesta del CEO. Cuando se inquiere por el partido preferido a la hora de votar, el PSC con el 9,1% es el segundo, detrás de ERC (16,3%) y delante de JxCat (6%). Pero en la muy relevante pregunta de qué partido cree que realmente ganará, el PSC se desploma al 4% frente al 54,9% de ERC y el 7,6% de JxCat. Apabullante.

El trío Sánchez-Iceta-Illa, quizás la cúpula mejor avenida en las nunca idílicas relaciones PSC-PSOE, sabe que en Catalunya hay ganas de cambio (la coalición JxCat-ERC con Torra nunca ha funcionado), pero que quedan compensadas por la muy extensa creencia de que la mayoría soberanista es inexpugnable. Para vencer a la inercia y quedar primeros (como Arrimadas en 2017), había que dar un golpe de efecto que sacudiera con fuerza el tablero electoral. 

¿Cómo? Empezando por cambiar la cara del propio PSC. Sustituyendo a Iceta, asociado en la opinión a la crispación de 2017 (declaración unilateral y 155), por un candidato nuevo, Salvador Illa, ministro con alta notabilidad y buena valoración (pese a la pandemia) y con imagen más transversal que de partido. Illa es más una promesa de futuro que un recuerdo de un pasado de mucha división y mayor impotencia. Y tiene más imagen de gobernante pragmático (aunque bien anclado) que de líder partidario. 

Parece que Iceta, Sánchez e Illa llegaron a esta conclusión tras las encuestas de noviembre y que se supiera que la vacuna se empezaría a administrar antes del anuncio. Las críticas serían inevitables (los que más le denigraban son los que ahora más protestan por su marcha), pero con la vacuna pierden alguna fuerza. Además, el anuncio-sorpresa (polémica incluida) podía hacer de Illa el único factor novedoso de la contienda. Objetivo, ganar. Con la idea de que Illa y el PSC tienen más capacidad y voluntad de pacto que Arrimadas, que ganó en 2017 y de inmediato renunció a la presidencia. La meta de Rivera era Madrid.

¿Objetivo demasiado ambicioso? De entrada, Illa necesita hacer creíble (Cs lo logró) que alguien ajeno al 'procés puede vencer. Y hacerse con el electorado constitucionalista, contrario a la independencia, sin herir a los desencantados, o fatigados, del 'procés'. Nada fácil, pero un histórico de CDC me recuerda que Pujol nunca quiso que Miquel Roca fuera ministro en Madrid. Temía que entonces Roca, político con tablas, fuera más relevante que él. ¿Puede seducir el paciente ministro Illa más que ERC con un candidato poco rodado y que no es Junqueras? ¿O que la pareja de JxCat en la que Puigdemont, que no aspira a la presidencia, ha tapado a Laura Borràs como primero de lista?

Apuesta arriesgada. Iceta es un buen camaleón que sabe abrazar la realidad. Y de Sánchez está claro que le gusta jugar fuerte. Si Salvador Illa gana, habrá cambio de ciclo en Catalunya. Y en España el PSOE despojará de gran parte de su discurso al PP.

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