Aprender de los errores del 'procés'
La esperanza de la libertad de los presos
Sin la vía del indulto, la modificación del Código Penal o la amnistía, tanto da, será prácticamente imposible superar el actual estado de las cosas
Carles Campuzano
Conseller de Drets Socials.
Carles Campuzano
El final agónico de la 12º legislatura del Parlament de Catalunya es también el final de las dos estrategias fracasadas que han marcado el tiempo político durante estos últimos años. Estoy hablando, claro, de la estrategia que ha pretendido el desbordamiento del Estado por la vía unilateral, por un lado, y la estrategia que apostó por la guerra sucia y la externalización a la justicia de la solución a un conflicto político de primera magnitud, por otro.
El enquistamiento del conflicto político, la intensa polarización de la sociedad catalana, el imperdonable debilitamiento del autogobierno, la permanente inestabilidad parlamentaria y el desgobierno que nos hace perder oportunidades colectivas, la severa vulneración de derechos y libertades fundamentales y el grave deterioro de la calidad de la democracia española son el precio que todos hemos tenido que pagar por los errores cometidos durante estos últimos años.
Ni unos hicieron efectivos los principios de la restauración de los efectos de la aplicación del artículo 155 de la Constitución ni hicieron efectiva la república proclamada, como prometieron , el "momentum" anhelado nunca llegó y todo ello ha quedado reducido a un ejercicio de retórica y simbolismo sin ningún tipo de utilidad al servicio del progreso del país; los otros no tan solo no han liquidado la fuerza social y política de la causa soberanista, sino que han conseguido que esta mantenga su fortaleza, cuando la sociedad catalana, mayoritariamente, no percibe justicia en el comportamiento de jueces y fiscales en relación a los presos políticos sino que observa en las decisiones judiciales solo venganza.
No sabemos, sin embargo, si la legislatura que este invierno nacerá será aquella que permitirá consolidar las estrategias que también durante estos años han ido surgiendo como alternativas a las estrategias fracasadas o, por el contrario, continuaremos atrapados todavía unos cuantos años más en la actual situación, agravada todavía más si cabe, por las devastadoras consecuencias de la crisis que ha desencadenado el covid-19.
Ahora bien, tengo la impresión de que, a pesar de todo, tenemos algunos motivos para la esperanza. La mayoría del independentismo, con la boca más o menos pequeña, ha empezado el camino de la rectificación, sin en ningún caso tener que renunciar a sus aspiraciones. Hay determinadas ideas que han llegado para quedarse; por ejemplo, que necesitamos amplías, sólidas y sostenidas mayorías para legitimar democráticamente la demanda de un Estado propio para Catalunya; o que el conflicto solo se resolverá por la vía del diálogo y el acuerdo; o que gobernar bien es una obligación política para los independentistas y que la acumulación de victorias parciales es una buena estrategia de construcción de país y de mayorías; y que, cuando las cosas van peor, nunca van mejor. Esta es la buena vía, que algunos defendimos antes de los hechos de octubre de 2017 y en la que habrá que trabajar duramente.
Hay determinadas ideas que han llegado para quedarse, por ejemplo, que gobernar bien es una obligación política para independentistas y que, cuando las cosas van peor, nunca van mejor
Y es que el fallido 'procés' ha evidenciado algunos de los límites políticos que tiene el independentismo y que obliga, en muchos sentidos, a repensar determinadas ideas que teníamos sobre el país, sus sentimientos nacionales y cuál es la mejor manera de defender nuestros intereses colectivos. Harán falta nuevas ideas para el país de mañana que tendrán que conectarse con las inquietudes de las generaciones más jóvenes, que han madurado durante estos años, que en cierto modo se han sentido engañadas, pero que no se quieren instalar ni en el cinismo ni en la renuncia a sus aspiraciones nacionales.
La piedra de toque de todo, no obstante, tendrá que ver con algunas cuestiones que no dependen principalmente de aquello que pueda decidir el Parlament o el Govern de Catalunya. Sin duda en Madrid hace falta también una rectificación. La moción de censura fue el primer paso. Sin duda, pero la más determinante de las decisiones a tomar tiene que ver con la libertad de los presos, y del resto de personas sometidas a causas judiciales relacionadas con el 'procés'. Sin su libertad, sea por la vía del indulto, la modificación del Código Penal o la amnistía, tanto da, será prácticamente imposible superar el actual estado de las cosas y los sectores más extremos del independentismo mantendrán su capacidad de bloqueo.
Acabamos el año con esta esperanza de que la libertad de los presos nos permita volver a empezar.
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