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El liderazgo femenino

EDITORIAL: El liderazgo femenino

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Un paso adelante en liderazgo, un paso atrás en el empleo. Ningún ámbito es ajeno al desconcierto de un año marcado por la pandemia. Tampoco la conquista femenina del poder. Si bien es cierto que las mujeres han alcanzado mayores cuotas de influencia en numerosos campos -desde la política, la cultura o el deporte-, la pandemia se ha cebado especialmente en el mercado laboral femenino. Un desgaste al que cabe añadir el sobreesfuerzo que ha supuesto para muchas mujeres la conciliación entre el teletrabajo y la carga de cuidados.

No es posible hacer un cómputo de sumas y restas entre el empleo perdido y el poder ganado, pero es evidente que el reconocimiento que tantas mujeres han tenido este año es un gran avance hacia la igualdad. Un reconocimiento que, en buena parte, ha estado relacionado con el covid-19. Tanto en la gestión de la enfermedad como en su combate. Jacinda Arden, primera ministra de Nueva Zelanda, es uno de los nombres propios que han sido aplaudidos por las medidas implementadas para frenar la expansión del virus. Junto a ella, otras líderes han logrado que sus países salgan mejor parados de los zarpazos de la pandemia. A pesar de sus diferencias, todas han compartido algunos rasgos en la gestión. La rapidez, la contundencia y la capacidad de coordinación han resultado claves. Así como su apuesta clara por la salud, aunque supusiera poner en riesgo la economía.

Pero no solo la buena gestión se ha escrito en femenino. También en la ciencia se han roto los estereotipos. La científica Sara Gilbert lidera la investigación de la vacuna de la Universidad de Oxford. Y Katalin Karikó, bioquímica húngara de la Universidad de Pensilvania (EEUU), actual vicepresidenta senior de BioNTech RNA Pharmaceuticals, ha dedicado décadas de su carrera a la investigación de las posibilidades terapéuticas del ARNm, el componente en el que se basan las vacunas de Moderna y de Pfizer-BioNTech. 

Mujeres al mando en la buena gestión de la pandemia y mujeres encabezando el combate científico contra el virus. La importancia de ambos logros es fundamental. Un argumento para acallar las voces que, durante décadas, siglos, han querido apartar a las mujeres de los mandos políticos y científicos. También un empujón en la educación de las niñas y niños en la igualdad. Y, no cabe duda, un fuerte valor emocional en un año marcado por el dolor y la muerte en todo el planeta. 

Activismo, cultura, deporte, son muchos los ámbitos en los que el liderazgo femenino se ha reforzado en este 2020. También en la élite económica. La lista Fortune 500 muestra un número récord de mujeres al frente de las empresas líderes. Han aumentado, sí, pero representan un 7,4% del total. Aún queda mucho camino por recorrer.

Sin duda, el progreso en el liderazgo femenino es alentador, no lo es tanto el panorama dramático del empleo. Según los datos de la Encuesta de Población Activa, las mujeres son las más castigadas por el desempleo. La experiencia de este año nos indica que la igualdad laboral es algo más que una causa justa, es una oportunidad de vivir mejor. Quizá entre las mujeres que ahora ven peligrar sus empleos están las líderes del mañana, incluso las que pueden conducirnos hacia la salida de las próximas crisis.