La tribuna

¿Qué habremos aprendido de 2020?

Cosas que ya no volverán a ser iguales: el capitalismo (menos global, con más Estado), el trabajo (a distancia y amenazado), la educación (virtual) y las vacunas (el desafío)

teletrabajo

teletrabajo / economia

Cristina Manzano

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Pasará mucho tiempo para poder saber qué nos queda de toda esta pandemia. El futuro oscilará entre el propósito de enmienda al que todos nos hemos encomendado en algún momento este año y el deseo de recuperar una normalidad ya perdida para siempre. Lo que sí sabemos es que algunas cosas no volverán a ser como antes.

El capitalismo

Los abusos y excesos un ultraliberalismo irredento -su peor consecuencia, la crisis de 2008-, la 'financiarización' de la economía, el aumento lacerante de las desigualdades, habían llevado a cuestionarlo; también a su logro reciente más visible, la globalización. El éxito del modelo chino, además, parecía romper la ecuación democracia + capitalismo = progreso. Habíamos pasado del capitalismo de casino al capitalismo de la vigilancia. Pero no se recordaba un golpe tan duro como el del parón simultáneo de oferta y demanda en todo el mundo. ¿Permitirá la pandemia llegar a un capitalismo con rostro humano? Como señala el economista Federico Steinberg, todo apunta a que se seguirá ralentizando la globalización, con un aumento del proteccionismo, que habrá cierta relocalización de la producción, y que en el equilibrio entre Estado y mercado la balanza se inclinará hacia el primero. Pero el capitalismo se adaptará, como ha hecho siempre.

El trabajo

Bill Gates calcula que el tiempo de trabajo en la oficina disminuirá un 30%. Forzados por el confinamiento, de la noche a la mañana millones de empleados pasaron a trabajar desde sus casas y muchos quieren seguir así. De hecho, la opción favorita será la del trabajo híbrido. Un quebradero de cabeza para los directores de recursos humanos, pero una manera de combinar la flexibilidad y el equilibrio vida personal-laboral con la necesidad de socializar, de trabajar en equipo y de fomentar la creatividad que requiere una relación cara a cara. Un desafío especialmente complicado para un sistema tan rígido como el español; para millones de mujeres que han visto multiplicada su carga de trabajo, al absorber, más que los hombres, el peso de las tareas domésticas y la atención de los hijos; para el sector inmobiliario, que verá reducida significativamente la demanda de oficinas.

Más difícil lo tendrán los sectores en los que no es posible el teletrabajo. Para unos, el futuro pasará por la digitalización; para otros, por la desaparición. Solo un ejemplo: desde marzo en España ha cerrado un 15% de los comercios.

La educación

Se creía que la educación virtual sustituiría a la presencial no tardando mucho. Con la reconversión forzada por la pandemia el pronóstico se hizo realidad durante unos meses. Algunos estaban preparados. Muchos no, dejando al aire las nuevas brechas causadas por el acceso a la tecnología y la falta de herramientas.  

Según el profesor Scott Galloway, en el futuro las universidades, en colaboración con las grandes empresas tecnológicas, desarrollarán potentes sistemas de educación en línea que llevarán la educación superior a todos los rincones. También llevará a la desaparición de un buen número de universidades 'físicas', mientras que unas pocas instituciones seguirán con las clases presenciales para una élite que pudiera pagarlo. Que el coronavirus ha acelerado la transformación de la enseñanza, sin duda. Que los estudiantes quieran renunciar a la experiencia de ir a clase es más dudoso. La vuelta al cole tras el verano dejó clara la necesidad de los más jóvenes de adquirir no solo conocimientos, sino la experiencia vital que supone la escuela. En la universidad el regreso ha sido más fragmentado, pero estudiantes de todo el mundo han manifestado su deseo de volver a la normalidad de las aulas. 

Las vacunas

Para el epidemiólogo William Haseltine, "las vacunas son lo mejor que hay, porque te protegen frente a la enfermedad, hagas lo que hagas". Los ingentes esfuerzos y recursos han dado sus frutos. El desafío ahora es la producción en gigantescas cantidades y la distribución, en los países y entre los países; que el nacionalismo de las vacunas no contribuya a seguir ampliando la brecha de la desigualdad. Pero su desarrollo tampoco debería frenar la investigación de otros medicamentos que puedan prevenir o curar enfermedades futuras. Si se hubiera hecho acopio de los fármacos que ayudaron a combatir el SARS, la lucha contra el covid-19 podría haber sido más rápida.

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