La Tribuna

Brexit: ahora empieza todo

El Reino Unido perderá competitividad, atraerá menor inversión extranjera y disminuirá su tradicional dinamismo económico, pero su salida es también un fracaso colectivo de la UE

Manifestantes anti-Brexit se manifiestan frente al Parlamento británico, este miércoles en Londres.

Manifestantes anti-Brexit se manifiestan frente al Parlamento británico, este miércoles en Londres. / HENRY NICHOLLS

Ruth Ferrero Turrión

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"Por fin podemos dejar atrás el Brexit" fueron las primeras palabras de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, cuando en la tarde de la Nochebuena fue posible anunciar, por fin, un acuerdo en el diseño de la futura relación del Reino Unido con los Veintisiete a partir del próximo 1 de enero de 2021.

Una vez más, se evitaba 'in extremis' la caída al abismo en las relaciones bilaterales y se consagraba un Brexit duro sostenido sobre la espina dorsal de un acuerdo comercial preferencial, pero que deja fuera servicios, libre circulación de personas y defensa y seguridad, con todo lo que ello implica.

Varios han sido los principios sobre los que se ha articulado el acuerdo, además del de los deberes y derechos; el principio de igualdad de condiciones y la gobernanza del acuerdo se han convertido en el 'leit motiv' de la negociación. Asegurar la no regresividad y garantizar una clara resolución de conflictos cruzados se convirtieron en los dos caballos de batalla de los Veintisiete.

Así, queda garantizada la libre circulación de mercancías, sin aranceles ni cuotas, pero con una elevada condicionalidad vinculada al cumplimiento de la normativa europea. De hecho, los Veintisiete han tomado buena nota del intento de ruptura del acuerdo de salida en relación con la frontera irlandesa y se han asegurado un acuerdo a la canadiense, pero con más condiciones. A la espera de la creación de un panel de arbitraje entre ambas partes que regule la relación se ha acordado un suelo mínimo en cuestiones como las políticas de la competencia que vigilan las ayudas estatales, o la garantía de no regresión en temas medioambientales y laborales. De este modo queda garantizado un punto de partida no retroactivo a través de las salvaguardas explicitadas en el acuerdo.

Impacto colosal

El impacto que este acuerdo tendrá en la industria, la agricultura o los servicios financieros en el Reino Unido será colosal, puesto que se pierde el acceso al mercado único, destino de la mayoría de estos sectores. El Reino Unido perderá competitividad, atraerá menor inversión extranjera y disminuirá su tradicional dinamismo económico. Los efectos del Brexit se vienen notando desde 2016, pero es ahora cuando serán más visibles. Más trámites administrativos, más burocracia, menor movilidad por el continente. Es ahora cuando los ciudadanos británicos comenzarán a ser conscientes de lo que realmente significa en términos prácticos su salida.

A partir de ahora, el Acuerdo de Comercio y Cooperación se aplicará de forma provisional hasta finales de febrero de 2021 a la espera de que el Consejo Europeo lo vote por unanimidad y también lo apruebe el Parlamento Europeo. Por su parte, el Gobierno británico ha convocado al Parlamento el próximo 30 diciembre para votar. Sin embargo, en esta ocasión, y no como en aquellas sesiones de 2019, parece que se llegará a una mayoría, si bien no por la unidad en el partido tory, donde el sector euroescéptico se levanta contra Johnson, sino porque, en esta ocasión, los laboristas, liderados por Starmer, han adelantado su voto a favor del acuerdo.

Lo conseguido en el acuerdo de Nochebuena tan sólo es una red de seguridad para evitar el caos en enero 

Muchos son los temas que todavía permanecen abiertos y hay quien afirma que las negociaciones se extenderán durante los próximos 50 años. Lo conseguido en el acuerdo de Nochebuena tan solo es una red de seguridad para evitar el caos en enero. Se han trazado las líneas maestras de la relación, ahora toca ir punto por punto profundizando en la manera en la que se irá acomodando esta nueva relación entre las partes. Como en un divorcio, cada cual busca maximizar el beneficio. De momento, se ha alcanzado una separación amistosa no exenta de tensión, que ya es mucho, frente a los nubarrones que auguraban una ruptura mucho más traumática.

Nadie parece dudar que los efectos del Brexit tendrán un enorme impacto no solo en el Reino Unido, sino también en la UE. El proyecto europeo se puso en marcha para quitar fronteras no para implantarlas, y la aplicación del art. 50 es un fracaso colectivo. Es el resultado de la incapacidad de revertir una tendencia iniciada con el discurso euroescéptico de Margaret Thatcher en el Colegio de Brujas en 1988 y que culminó con el referéndum del 23 de junio de 2016. A partir de ahora, conviene remangarse y analizar críticamente el pasado, para mirar hacia el futuro de manera más optimista y constructiva.

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