Navidades patrióticas

Banderita, tú eres suya

Iluminación navideña en Madrid

Iluminación navideña en Madrid / Telemadrid

Carles Francino

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La sinceridad de los niños es el camino más recto cuando se circula por realidades con curvas. Una tarde de sábado, con el centro de Madrid atestado de gente y la enigmática 'Julia' de Plensa como muda testimonio, una niña de 8 años le pregunta a su padre: 

-Pero…oye, ya se sabe que estamos en España, ¿no?. 

-Sí, claro que se sabe.

-¿Entonces…?

El 'entonces' y sus puntos suspensivos venían a cuento de la kilométrica bandera que el Ayuntamiento ha colado este año con la excusa de la iluminación navideña. Son tiempos de afirmación patriótica en la capital del reino, de mostrarse más español que nadie, y notar el aliento de Vox en el cogote tal vez motivó al alcalde Martínez. O no, igual está convencido -y orgulloso- de este alarde. Dándose la circunstancia de que las banderas -todas- me provocan más bien urticaria, esta extemporánea demostración lumínica me trae a la memoria no el aguilucho -que también podría-, pero sí el pollo monumental que organizó esa misma derecha durante las primeras Navidades con Manuela Camena como alcaldesa. La ausencia de camellos en la cabalgata, los escasos motivos navideños y una estética poco usual en la indumentaria de los Reyes Magos desataron una ola de críticas en la que aquel tuit de Cayetana Álvarez de Toledo, clamando: “No te lo perdonaré jamás, Manuela Carmena, jamás”, batió todos los récords.

Supongo que hoy la defenestrada portavoz del PP a quien no perdona es a Pablo Casado por cesarla, pero no creo que tenga ninguna pega con ese fluorescente rojigualdo que ilumina a diario la noche madrileña. Y yo me pregunto si esta no es también una forma de contaminar la tradición que tanto defienden los campeones de la patria. Porque si una vez una niña de 6 años -la hija de Cayetana- descubrió que el traje de Gaspar era falso, que ahora otra de 8 años -mi hija- tenga que incorporar los colores de una bandera a sus recuerdos navideños tampoco me entusiasma. ¿No podrían dejarnos un poco en paz, al menos en Navidad?

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