opinión

Cómo ser Leo Messi

Messi.

Messi. / REUTERS / ALBERT GEA

Albert Guasch

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En la película 'Cómo ser John Malkovich', un tirititero descubre un portal que conduce a la mente del actor estadounidense, idea con la que se hizo un nombre ese delirante guionista llamado Charlie Kaufman. Dejemos al margen el interior de Malkovich. Pero imaginemos que alguien halla un día ese oscuro portal que lleva a la materia gris de Leo Messi. Seguro que Jordi Évole nos descubrirá el domingo, sin ir más lejos, algunas diapositivas interesantes de la vida rumiante del rosarino. Qué pasa por la cabeza de Messi se ha convertido en los últimos años en un juego inescrutable del periodismo barcelonés. Ante cada crisis, ante cada contrariedad, surge la duda de qué estará pensando Messi. Con el declive azulgrana de los últimos tiempos, aún más. Y cuando habla, las sobreinterpretaciones abundan. Se mire como se mire resulta exageradísimo el valor que le damos a sus gestos y sus palabras. Así que a partir del domingo nos aprestaremos a barruntar conclusiones sobre su futuro si, como parece, no revelará explícitamente si se queda o se va. Avalancha viene.

Estaría bien entender, por ejemplo, cómo Messi ha pasado de deambular en algunos partidos a correr motivadísimo como se le vio en Valladolid. Por respeto a los códigos no escritos de vestuario, y porque quedaría feo, no podrá aventar que las ausencias de Coutinho y Griezmann le permiten expresarse mejor sobre el campo, y disponer de más espacios, y asociarse con Pedri, nuevo ahijado futbolístico. Pero si tuviéramos acceso a ese portal hacia los adentros podríamos perfectamente encontrarnos con que piensa justo eso, como lo pensamos todos, que el brasileño y el francés le molestan y frenan la fluidez a la que debe aspirar el Barça.

En ese viaje a su interior quizá encontrásemos la admisión íntima de que a veces, solo a veces, no nos conviene lo que queremos. Su frustrada salida fue a la postre una bendición que le ha permitido superar el récord de Pelé, récord para acordarse. Ahora estaría bien que ambicionara la vuelta del orden al club -para evitar más casos sonrojantes como el de Heurtel, por ejemplo- y un plan institucional que le emocione y le invite a concluir aquí su carrera. Igual ya es tarde. ¿Quién sabe? Para saber eso con certeza habría que buscar el mentado portal. O, por ahora, ver la tele.

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