Esencial o vital

Siendo, aquí, muy precaria, la situación del mundo del espectáculo en Francia es mucho peor. Catastrófica. Teatros, salas de conciertos, centros dramáticos, óperas, todo cerrado. Y también museos. Al menos hasta enero. Hablo de Francia porque hace poco Bernard Pivot ha escrito una interesante reflexión que también se habría podido aplicar entre nosotros cuando todo estaba cerrado y que, de hecho, tiene carácter universal. El intelectual y comunicador pone en duda la validez del adjetivo "esencial" que ha servido para definir los servicios que podían permanecer abiertos en los momentos más críticos de la pandemia. Dice que es "ambiguo", y apuesta por otra palabra: "Vital". Y añade: "¿Qué es vital para el cuerpo y para el alma? La alimentación lo es para el cuerpo; la cultura, para el alma".

Lo podemos constatar cada día. Han aumentado, entre nosotros, las visitas a las librerías, a los museos, a las plateas. Este año terrible también habrá sido el año de excelsas novedades editoriales, de montajes memorables, de descubrimientos impensados. Nos habrá alimentado más que nunca. Una dosis de calorías que, sin ser "esenciales", nos han recordado que aún estábamos vivos.