PERSONAS TRANS

Traer el corazón de vuelta

Es el momento de acabar con la dolorosa e injusta deuda, el momento de que se les permita vivir en igualdad de oportunidades

Concentración celebrada en la Plaza Mayor de Valladolid con motivo del Dia del Orgullo LGTBI, el pasado junio

Concentración celebrada en la Plaza Mayor de Valladolid con motivo del Dia del Orgullo LGTBI, el pasado junio / periodico

Boti García Rodrigo

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Las deudas hay que pagarlas y convendrán en que esta sociedad tiene una deuda con el colectivo LGTBI y en especial con las personas trans. A nadie se le escapan los siglos de persecución, estigma, ilegalidad, patologizaciones, torturas, persecuciones, terapias aversivas, exclusiones sociales vividas por las personas LGTBI y en particular por las personas trans. A pesar de todo,estas han luchado y resistido por encima de todas las dificultades,porque no hay ninguna lucha que merezca más la pena que la lucha por ser.

Es el momento de acabar con la dolorosa e injusta deuda, el momento de que se les permita vivir en igualdad de oportunidades.Es el momento de legislar con el corazón, sin olvidar que también ha de ponerse en ello la cabeza: así se está haciendo en el Ministerio de Igualdad, con garantías jurídicas y una técnica legislativa impecable.

Las personas trans viven vidas muy vulnerables; se las deshumaniza, hablamos de ellas, pero no hablamos con ellas; ni locas ni enfermas, merecen decidir su destino, tomar sus propias decisiones, ver respetados sus derechos constitucionales a la inviolabilidad de su dignidad y al libre desarrollo de la personalidad.

Tenemos que echar mano de la valentía que nos llevó a aprobar el Matrimonio Igualitario hace 15 años, un empeño duro y doloroso del que debemos extraer numerosas lecciones. Centrarnos en recordar su final feliz hace que la cuesta arriba que hubo que recorrer se olvide: optar por legislar la igualdad en el matrimonio no fue una decisión sencilla. La oposición más explícita vino de sectores ultraconservadores y religiosos, aunque también mucha gente progresista secundó sus argumentos. Pasado el tiempo todo el mundo se apuntó a su logro –“¿cómo no van a tener los mismos derechos?”; “tengo muy buenos amigos gays”- pero hubo que vencer muchas resistencias en todos los sectores de la sociedad.  

Ahora, iniciado el proceso legislativo que mejore las condiciones de vida de las personas trans, hemos avanzado mucho como sociedad: a los pocos años de concretarse la legislación que sancionaba la igualdad legal, el porcentaje de aceptación subió desde el 54 al 90%. El posicionamiento favorable de la ciudadanía sobre la identidad de género es ahora más contundente. Según el último Eurobarómetro sobre discriminación (2019) el 83%, cree que las personas trans deben poder cambiar su sexo en el registro.El nuestro es un país respetuoso y empático; los datos, de entre los mejores de Europa, así lo demuestran aunque el ruido mediático y la batalla de las redes impida verlo. 

Toca ahora avanzar en el camino de la igualdad, en el camino de la felicidad –las leyes tienen que servir para proporcionar felicidad- y para ello tenemos que ser valientes; Pedro Zerolo decía, “cuando somos valientes, acertamos siempre”. Ahora toca ser valientes y saldar la deuda: ¿cómo pedir a las personas trans que sigan esperando? Es hora de abordar integralmente sus derechos, de reparar el dolor causado por el estigma, el sufrimiento nacido del odio, los prejuicios, la ignorancia o el desconocimiento. Es el momento de reconocerles la plena ciudadanía, lograr que vivan con completa dignidad y con la igualdad de oportunidades que nunca han tenido.

La legislación en curso recogerá el consenso logrado en la anterior legislatura en la Comisión de Justicia para la reforma presentada por el PSOE de la Ley 3/2007, conocida como Ley de identidad de género. Será una ley que adapte nuestra legislación a los organismos internacionales que reafirman que ser trans no es una enfermedad, una ley con el objetivo puesto en los derechos fundamentales y los estándares internacionales, conforme a la jurisprudencia estatal e internacional. 

Así es la legislación que se está preparando, que reclama el movimiento LGTBI y responde a la necesidad del colectivo trans; en el marco del diálogo imprescindible, del trabajo riguroso y sin presiones, desde una perspectiva feminista. Y sin ruido, acallando el odio, deteniendo el retroceso a tiempos que creíamos superados. Recordando que los derechos de las minorías son derechos de toda la sociedad, que a todas las personas nos debe alcanzar el mismo derecho a vivir como somos.Debemos traer el corazón de vuelta, conseguir que se instale de nuevo en la razón y le ayude a entender. ¡Que ya es hora!

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