ANÁLISIS

Los colores del VAR

Ronald Koeman y el árbitro Javier Hernandez, durante el partido contra el Valencia.

Ronald Koeman y el árbitro Javier Hernandez, durante el partido contra el Valencia. / Enric Fontcuberta

Sònia Gelmà

Sònia Gelmà

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Ha llegado un momento en que el VAR se equivoca siempre. Cada jugada supone un agravio porque tiene un antecedente que la desmiente. A mí, y sé que voy contracorriente, la mano de Sergio Ramos no me parece voluntaria —criterio que ya no sirve—, no me parece que esté en posición antinatural —criterio que ahora solo sirve a medias— y no me parece que intente abarcar más espacio de lo previsible durante un salto. Pero es innegable que, de éstas, se han pitado muchas, la mayoría. Por lo tanto, si el árbitro hubiera decretado penalti, hubiera sido lo más normal. No fue así, y Mendilíbar tiene motivos para pensar que la revisión pueda llevar más de 20 segundos. Básicamente porque la confusión es generalizada entre aficionados, periodistas y, lo que es más grave, protagonistas.

Pero en esas ironías de la vida, la jugada llegó el mismo día en que Florentino Pérez había lamentado el diferente trato que el VAR da al Madrid respecto a otros equipos. Es un clamor popular, dijo. Y sí que lo ha sido en las últimas horas, aunque en otro sentido. Que precisamente el presidente del Madrid se queje del trato arbitral nos enseña la cantidad de fantasmas que vuelan por las cabezas de los que mandan, porque desgraciadamente lo de Florentino no es una excepción. Es algo común en todos los clubes, la paranoia de ver que todo va contra ti. La novedad en el caso blanco es que la queja llegue tras una liga ganada con una sucesión de jugadas grises que siempre cayeron de su lado.

No hay presidente del Barça para responder al ridículo comentario del máximo dirigente blanco y quizás por eso Koeman se puso a su altura. El holandés tiró de demoscopia para confirmar el penalti sobre Ramos y recuperó su queja del día del clásico: el VAR solo actúa contra el Barça. No se da cuenta de que el sistema le va a retratar tarde o temprano, puesto que falla como una escopeta de feria. Mientras el VAR se ruboriza por el desconcierto general con las manos, los protagonistas insisten en verle los colores.