Apunte
La España de los derechos
Con la ley de la eutanasia, el PP vuelve a autoexcluirse de avances sociales que no tienen marcha atrás, como ya ocurrió con las leyes del divorcio, aborto o matrimonio homosexual
En la recta final de un año desastroso y en medio de una semana repleta de malas noticias sobre la pandemia, hay que aplaudir que en España se haya introducido un nuevo derecho que nos hace más libres. El derecho a morir dignamente. En 2004, la película de Alejandro Amenábar 'Mar adentro', que explica la vida del exmarino y escritor Ramón Sampedro postrado en una cama por culpa de un accidente que de joven le dejó tetrapléjico, sacudió el debate sobre la eutanasia y ayudó extraordinariamente a crear una opinión pública favorable al “suicidio asistido” en circunstancias muy determinadas y especiales.
Desde entonces ha habido algunos intentos fallidos para legislar esta cuestión al tiempo que ha crecido la demanda social. Finalmente, el Congreso dio verde este jueves a una ley que convierte a nuestro país en el cuarto de Europa en regular el derecho a poner fin al sufrimiento insoportable cuando así lo decide el enfermo de forma “autónoma, consciente e informada”.
El integrismo religioso, como el del cardenal de Valencia Antonio Cañizares, ha reaccionado con banderas a media asta, crespones negros y oraciones a la Virgen de los Desamparados. Es el berrinche de quien que no puede imponer su doctrina moral al conjunto de la ciudadanía como antaño hacia la Iglesia católica, apostólico y romana. Pero lo lamentable de verdad es la actitud del 'no a todo' del PP, que votó en contra con argumentos menos rudos que Vox, pero hablando igualmente de “cultura de la muerte”. Los de Pablo Casado vuelven a autoexcluirse de avances sociales que no tienen marcha atrás, como ya ocurrió con las leyes del divorcio, aborto o matrimonio homosexual. Lo paradójico es que cuando la derecha llega al poder no se atreve a suprimir nada, sencillamente porque sus votantes también se divorcian, recurren al aborto y aman libremente como los demás. En materia de derechos individuales, más que retrógrado, el PP es obstruccionista. Por llevarle la contraria al PSOE, pero sobre todo porque es más conservador que liberal. Solo con los pies a rastras acaba aceptando la España de los derechos.
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