Opinión | Camino a las urnas

LUIS MAURI

La muñeca rusa de Puigdemont

El 'expresident' se lo juega todo el 14-F. La fuerza de su liderazgo depende de su poder sobre la presidencia de la Generalitat. Si las urnas se lo deniegan, su leyenda podría ajarse velozmente y su formación, de tinte caudillista, entrar en declive con él

Carles Puigdemont

Carles Puigdemont / ACN / NAZARET ROMERO

¿Torra? ¿Quién recuerda a Torra? Sin duda, el servicio de pago de nóminas de la Generalitat piensa en él al menos una vez al mes. Su inexistente obra de gobierno no contribuye a estimular la memoria, pero sí el insólito reguero que dejó. La obsesión por entrar en un pretendido martirologio nacionalista, aun al precio de amortizar la presidencia catalana. La admiración por un torturador filofascista como Miquel Badia, el ‘capità Collons’. La asimilación de Catalunya con las crisis humanitarias que asuelan el planeta. Las arengas a los CDR desde el sillón presidencial. Los artículos, tuits y soflamas supremacistas.

El triunfo de Canadell en la segunda ronda de las primarias de JxCat ha levantado revuelo. El presidente de la Cambra de Comerç de Barcelona, como el ‘conseller’ Puigneró, otro puigdemontista elegido en las primarias, comulga con las supercherías del Institut Nova Història. El revuelo es justificado, pero pierde magnetismo al recordar que Torra presidió el Gobierno catalán. O que el vicepresidente del Parlament Josep Costa, otro afín a Puigdemont, asiste sin rechistar a una reunión con grupos de la extrema derecha independentista y, tras ser descubierto, alega no haberse enterado de con quién se entrevistaba. Como sea, las primarias de JxCat han asegurado a Puigdemont la obediencia de sus candidatos en el 14-F.

Esta cita electoral contiene varias incógnitas encerradas unas dentro de otras como una muñeca rusa. ¿Revalidará el independentismo la mayoría parlamentaria? En caso afirmativo, ¿arrebatará ERC a JxCat la hegemonía o Puigdemont conservará la preeminencia? ¿Podría Esquerra Republicana gobernar en solitario o aliada con los ‘comuns’ y deshacerse del abrazo de oso de JxCat?

Puigdemont y su circunstancia atraviesan todas las muñequitas. La ruptura en tres porciones de la antigua Convergència juega a favor de ERC, pero no sería la primera vez, ni la segunda, que el hombre de Waterloo impusiera contra pronóstico su gancho electoral.

JxCat lo fía todo a la baraka de su líder. Puigdemont vive anclado al 1-O, pero desde entonces se han producido cambios sustanciales que interfieren en su relato rigorista. El fracaso del ‘procés’, la ausencia de apoyo exterior y el traslado de grandes empresas. El cambio de Gobierno en España y la disposición al diálogo, el viraje pragmático de ERC, la fractura posconvergente, la pandemia y el vuelco de la atención ciudadana hacia la gestión. El plan europeo de reconstrucción. Y la confirmación de que no hay derecho de autodeterminación dentro de la UE

Puigdemont se lo juega todo en las preguntas de la matrioshka. La fuerza de su liderazgo depende de su poder sobre la presidencia de la Generalitat. Si las urnas se lo niegan, su leyenda podría ajarse velozmente. No solo eso. La correlación entre las tres fuerzas resultantes de la implosión convergente podría mutar a medio plazo. JxCat es una formación de tinte caudillista, carente de estructura orgánica y territorial consolidada. Para conservar la preeminencia, necesita que el caudillo no flojee y mantener bajo control la presidencia de la Generalitat. La cuenta atrás no se detiene.

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