Elecciones en el FC Barcelona
Un Barça de todos
Los candidatos a la presidencia deben comprometerse a no poner la institución al servicio de los intereses políticos
Mario Romeo
Presidente de Portes Obertes del Catalanisme.
Mario Romeo
El FC Barcelona escogerá presidente el próximo 24 de enero en vísperas de las elecciones al Parlament de Catalunya, en medio de una gran crisis corporativa que se añade a la crisis económica y social que vive el país a causa de la pandemia del covid-19 y que se agrega, a su vez, a la crisis política catalana. Crisis superpuestas.
Sin embargo, la crisis del Barça no es de ahora, hace demasiados años que se manifiesta. Y es una lástima en una entidad que merece ser protegida, por su trayectoria deportiva, su singularidad, su capacidad de representar la pluralidad del país, de ser una caja de resonancia de Barcelona como metrópolis potente y un signo indudable de catalanidad. En un memorable artículo publicado en la revista ‘Triunfo’ hace ya más de 50 años, Manuel Vázquez Montalbán calificaba al club como un símbolo de la manera de ser catalana y a la vez como un elemento cohesionador de la sociedad. Un año antes, el presidente Narcís de Carreras había lanzado la famosa definición: “el Barça es más que un club”. Y porque es más que un club conviene asegurar su futuro.
Legítimas emociones
Hace bastantes años que la Unión Europea consideró a las cajas de ahorros y a los clubes de fútbol españoles como instituciones susceptibles de ser manipuladas por los poderes públicos de turno, poco transparentes y propicias a prácticas corruptas que finalmente acababan pagando los ciudadanos con sus impuestos. Las cajas de ahorros desaparecieron y la mayoría de clubes de fútbol se transformaron en sociedades anónimas.
El Barça fue de los pocos que tuvo el privilegio de continuar siendo una asociación propiedad de sus socios, pero para que tenga un largo recorrido como entidad independiente es imprescindible garantizar transparencia, honradez y profesionalidad en la gestión. Eso añadido a la enorme responsabilidad que significa liderar un club con tanta historia deportiva y social, que tantas legítimas emociones suscita en Catalunya, en toda España y en el mundo entero.
Atolladero independentista
Como decía al principio, las elecciones a la presidencia del club se celebrarán en el marco de una doble crisis: los ciudadanos catalanes, además de la gran crisis económica y social derivada del covid, estamos inmersos también en un gran atolladero político e institucional a causa del independentismo –o para ser más exactos, el ‘procesismo’– y de la falta de respuestas políticas a un problema tan complejo como es el encaje de Catalunya (y otras comunidades autónomas) en el conjunto de España. Conviene recordar, sin embargo, que lo que está hoy en juego no es la independencia de Catalunya sino quién tiene el poder en ella. Arrogándose la representación de Catalunya y del pueblo catalán, algunos grupos y entidades pretenden controlar sectariamente a las instituciones de la sociedad civil.
Entre estas organizaciones que corren el peligro de ser intervenidas figura o puede figurar, sin duda, el Barça, lo cual me parecería un error de graves consecuencias. Nuestras instituciones (sociales, culturales, económicas, representativas) deben preservarse de la tentación de ser utilizadas con fines partidarios. Si no lo conseguimos provocaremos una desafección y distanciamiento de amplios sectores de nuestra sociedad hacia ellas y, por tanto, las debilitará.
Plural e inclusivo
De cara a estas próximas elecciones y al consiguiente mandato es necesario que todos los candidatos se comprometan a respetar el carácter plural e inclusivo del Barça, a no poner la entidad al servicio de ningún planteamiento político concreto y en consecuencia a no realizar actos ni posicionamientos que pongan en peligro su independencia y dividan a la masa social. Se puede y se debe tomar ejemplo del Athletic de Bilbao, que en un entorno político muy complejo apostó hace ya muchos años por ser un club de todos, y también hay que pedir a todas las candidaturas que sean transversales e integradoras
Una sociedad democrática tiene otros cauces para expresarse. Debemos ser capaces, entre todos, de dejar al Barça al margen de la política partidista (aunque se la quiera disimular como política de país) si no queremos correr el peligro de destruir una obra colectiva, patrimonio de los socios y si me apuran del conjunto de la sociedad catalana. De toda ella sin exclusiones.
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