Gobierno bicolor

La coalición discute porque sigue viva

PSOE y Podemos son dos partidos diferentes que es bueno que mantengan sus identidades y sepan ponerse de acuerdo sin entregarse el uno al otro

El vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias, y la portavoz y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, mantienen la charla.

El vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias, y la portavoz y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, mantienen la charla. / EUROPA PRESS

Antonio Franco

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Quienes desean que se estrelle cuanto antes la coalición gubernamental de las dos izquierdas explican cada día con titulares críticos muchos detalles de lo que discuten los dos partidos y los pormenores gestuales de esos desencuentros. Esa transparencia es positiva. Pero bastantes de sus crónicas rezuman cierta nostalgia por las uniformidades del pasado (que tantas veces no fueron buenas) y el deseo de dar a entender que debatir mucho refleja falta de autoridad, y eso es una tontería. Falta reflexión y experiencia sobre lo que son las buenas coaliciones. A esta se la juzga sin querer aceptar que PSOE y Podemos son dos partidos diferentes que es bueno que mantengan sus identidades y que sepan ponerse de acuerdo sin entregarse el uno al otro.

La mayoría electoral que los llevó a La Moncloa lo hizo para que además de la gobernabilidad general ellos, con fuerza diferente pero sensibilidad similar, prestasen una atención preferente a los temas sociales. Por eso me parece buena noticia que además de buscar unidos un marco para la reactivación económica contra los efectos de la pandemia forcejeen, y a fondo, enseñando números y argumentos, por esa agenda. Algunos denominan eso “batallas internas", pero serán benditas batallas si acaban en una subida del salario mínimo, un incremento de las pensiones, la contención de los desahucios y el final de los cortes urgentes de suministros básicos a los domicilios con impagos forzosos. Y si no olvidan lo que prometieron sobre la necesaria reforma laboral, porque son malos tiempos para los más débiles.

Pasa algo curioso. Estoy convencido de que en esos temas del debate de la izquierda la mayoría de quienes votaron al PSOE se identifican más con Podemos que con los socialistas sobre lo que debe hacerse con el salario mínimo o los desahucios, aunque desean que lo materialice Pedro Sánchez y no Pablo Iglesias porque de sus socios de Podemos les gusta más la bandera que el líder. La misma paradoja alcanza a otros temas, como la falta de contundencia institucional contra los abusos del rey emérito. Pero la timidez de la vieja guardia del PSOE, la que vive coaligada con los socialistas más pegados a las sensibilidades de la vida actual, aún pesa desmesuradamente.

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