La tribuna

Se buscan valientes

ERC debe aclarar lo que quiere ser: no puede ser progresista en Madrid y en Catalunya querer un gobierno con fuerzas conservadoras y neopopulistas

Rufián dice que hablar de pacto de Presupuestos con Cs y ERC es "mentir a sabiendas"

Rufián dice que hablar de pacto de Presupuestos con Cs y ERC es "mentir a sabiendas"

Paola Lo Cascio

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El acuerdo entre ERC y el gobierno de coalición para la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado -y, para más inri, acompañada del relato de una armonización fiscal de las distintas autonomías- sin duda es una novedad importante del panorama político, con implicaciones de distinta naturaleza.

Es así en primer lugar porque apuntala la mayoría que hizo posible el nacimiento del Gobierno de coalición de izquierdas, orientando, al menos en principio, la continuación de la legislatura en sentido progresista y plurinacional. Más allá de las desubicadas referencias a un ucrónico frente popular, este tipo de mayoría puede intentar vertebrar políticamente una parte significativa de la diversidad partidista que eclosionó a partir de 2014 por uno de sus lados sustantivos, que no es otro que el territorial.

También es importante por la materialidad de los contenidos de estos Presupuestos. En época de pandemia, lo material, lo esencial se puede y se debe imponer sobre lo simbólico (que poco o nada tiene que ver con lo ideológico). Por muchas razones, pero también y sobre todo porque cuando van mal dadas, lo material es disputable, discutible, argumentable, defendible por actores diferentes, incluso con intereses en conflicto, frente a un simbólico que -vacío de contenido, pero con un potencial movilizador alto-, es la receta perfecta para que sea imposible encontrar acuerdos.

Finalmente, es importante porque marca una pauta decisiva delante del desafío que la pandemia y la reconstrucción proporcionan. España probablemente será el país que peor parado saldrá de esta crisis, y el que más cambios estructurales deberá acometer en su estructura económica y productiva. Una mayoría suficientemente amplia (aunque Ciudadanos optara por volver a la foto de Colón) es requisito indispensable para encarar esta situación y la opción para unos Presupuestos expansivos, centrados en la defensa de los derechos sociales, en la equidad fiscal (también entre territorios) y en la transformación digital y sostenible de la economía marca una ruta de saludable y clara discontinuidad con respecto a las recetas austeritarias del pasado, que solo ahondaron las desigualdades y perpetuaron un modelo productivo frágil y caduco.

El gen convergente está muy bregado en el relato de buenos y malos patriotas y ERC siempre tendrá las de perder

Quizá se haya dicho poco, pero ahora mismo España está en una situación en la cual es como si tuviera que realizar cambios de la envergadura de un plan de estabilización, y sería óptimo que los hiciera con un nivel de consenso parecido a unos pactos de la Moncloa. Sin tener ninguna similitud concreta con estos hechos del pasado, la dimensión del reto es esta. En todo ello, la decisión de ERC es ciertamente importante, pero si se limita a un voto positivo el día 29, de bien poco habrá servido. 

Mucho se ha hablado de que los republicanos hayan vuelto a las prácticas del 'peix al cove' de pujoliana memoria. La decisión le permite exhibir “contrapartidas” para Catalunya, pero la dinámica del acuerdo ha sido muy distinta, como por otra parte es profundamente distinto el conjunto del sistema político español y catalán con respecto al de hace 20 o 30 años. La interlocución con las fuerzas de izquierdas y la decisión de pivotar la presentación del acuerdo sobre la armonización y la equidad fiscal del conjunto de las autonomías (cómo mínimo las de régimen común), describe un horizonte de actuación dibujado sobre coordenadas ideológicas, en sentido progresista. 

Por ello, el paso dado tiene que reflejarse también en la actuación de los republicanos en la política catalana. La obsesión del candidato Aragonès en volver a fórmulas de gobiernos independentistas es políticamente tramposa -aparte de incoherente- con respecto a sus electores. No se puede ser progresista en Madrid y en Catalunya querer un gobierno con fuerzas no solo conservadoras, sino que están plenamente en el cuadrante del nacionalpopulismo, por mucho que parezca que en Catalunya cueste decirlo.

ERC tendrá que esclarecer si es una opción política o bien una cuestión de miedos. Si es lo primero, que defienda las políticas neoliberales que han hecho hasta el momento los gobiernos independentistas y asuma que no tiene intención de separarse del carácter divisivo e identitario de muchos de los discursos del 'procés'. Si es lo segundo, recuerden los republicanos que no es ninguna novedad: el gen convergente -en este caso, subsector Waterloo-, está muy bregado en este tipo de relatos de buenos y malos patriotas y siempre tendrán las de perder. Que aclare ERC lo que quiere ser. Es importante saberlo para sus electores y para el conjunto de la sociedad catalana y española. Hará falta valentía.   

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