Al contrataque

El peso de la historia

Felipe VI tiene que prepararse bien el discurso de este año; si se conforma con las cuatro vaguedades habituales, perderá una oportunidad histórica

Juan Carlos y Felipe, el 14 de mayo de 2019, durante una reunión del patronato de la Fundación Cotec, en Madrid.

Juan Carlos y Felipe, el 14 de mayo de 2019, durante una reunión del patronato de la Fundación Cotec, en Madrid. / Efe / Paco Campos

Carles Francino

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Nunca he sido creyente de los fenómenos paranormales, pero sí un convencido de que el azar puede provocar situaciones muy curiosas. E inspiradoras. El otro día me senté frente a un micrófono en el Real Alcázar de Sevilla y, mientras esperaba para charlar con Ángels Barceló, escuché cómo comentaban la noticia de la regularización fiscal del rey Juan Carlos. Bueno, pues resultó que justo en ese momento tenía delante un retrato gigantesco del emérito, estaba en uno de los escenarios donde se rodó ‘Juego de tronos’, y además me acababan de contar que su abuelo, Alfonso XIII, se cepilló uno de los patios del Alcázar para montarle una pista de tenis a su esposa, la británica Victoria Eugenia de Battenberg, gran aficionada a ese deporte. A él le interesaban más los negocios y el cine porno, pero se marcó el detalle. Y, claro, no pude por menos de pensar que la historia, como el cartero, siempre puede llamar dos veces.

En el caso de los Borbones incluso más, dado que llevan tres siglos con la sartén por el mango, con apenas dos breves intervalos republicanos y 40 años de dictadura, tras los que Franco pasó el testigo al hoy “refugiado” en tierras árabes. Cuando algunos exaltados voceros de la derecha más montaraz se soliviantan ante las críticas a Juan Carlos, apelan a sus méritos durante la Transición –que los tuvo– y describen a España como un proyecto con siglos de historia, omiten la tradición depredadora y amoral de una estirpe donde incluso una viuda convertida en regente como María Cristina saqueó las arcas públicas sin ningún miramiento. Ignoro si estas minucias se estudian en el cole, pero recordarlas no está de más.

Ya sé que los hijos no tienen por qué pagar los pecados de sus padres; admito que persona e institución son cosas distintas; y también veo a la legua el oportunismo de quienes pretenden encender la pira donde arda la monarquía. Yo diría que no es el mejor momento. Pero Felipe VI tiene que prepararse bien el discurso de este año. Si se conforma con las cuatro vaguedades habituales, perderá una oportunidad histórica.

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