Serie recuperada

Bennett y las cabezas parlantes

El estilo llano, irónico y penetrante del autor se deja leer siempre. Ahora, con los monólogos de ‘Talking Heads’, queda a la vista un trozo más de su iceberg creativo

Imagen promocional de la serie 'Talking heads'

Imagen promocional de la serie 'Talking heads' / periodico

Jordi Puntí

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Hace años, mi profesor particular de inglés me hacía leer unos monólogos del escritor Alan Bennett, de una recopilación llamada Talking Heads —cabezas parlantes—, y luego los veíamos en vídeo, en una filmación de la BBC. El doble ejercicio me ayudaba a mejorar el oído y el acento ingleses, y de paso, me acercaba a una cultura. Los monólogos, interpretados por actrices tan populares como Maggie Smith o Julie Walters, estaban escritos con una lengua rica y al mismo tiempo muy viva, y solían ser misteriosos o con un final inesperado. Ahora, 30 años más tarde, la BBC los ha filmado de nuevo con otras actrices, y el resultado se puede ver con mucho gusto en Filmin. Las interpretaciones de Imelda Staunton, Kristin Scott Thomas o Jodie Comer —la coprotagonista malvada de la serie Killing Eve— actualizan unos textos ingeniosos y agradecidos, y son un buen reflejo de las virtudes de Alan Bennett.

Nacido en 1934, Bennett tiene detrás una obra muy amplia, de la que solo conocemos la punta del iceberg. Sus referentes están unidos a las costumbres de la sociedad inglesa y a menudo no se le traduce por temor a un exceso de localismo. Es, en parte, una apreciación sesgada, porque su estilo llano, irónico y penetrante se deja leer siempre. Se deja leer, escuchar y ver, porque Bennett ha escrito teatro, radio, guiones de cine y televisión, dietarios y narraciones.

Bennett salta de un género al otro, de un medio al otro, con fluidez. Su narrativa bebe de la misma fascinación por el género humano, siempre con un toque descreído, de sátira, incluso de perplejidad, tanto si escribe ficción como si explora su memoria personal. Un buen ejemplo es La dama de la furgoneta (Anagrama), la historia real sobre su relación con una vagabunda que se instaló frente a su casa —y más tarde en su jardín— con una camioneta. Incluso cuando la protagonista es la reina Isabel, como en Una lectora nada común (Anagrama), Bennett no se aleja de su registro burlón pero amable. Ahora, con los monólogos de Talking Heads, queda a la vista un trozo más de su iceberg creativo. Eso sí: para crear ambiente, se recomienda acompañarlos de una taza de té o una pinta de cerveza.