La tribuna

Ultras independentistas

Más allá de las nulas posibilidades de hacerse un hueco en el mapa político, desde hace años existe una extrema derecha que exige una “Catalunya catalana, ni española, ni musulmana”

Los miembros de Moviment Identitari Català, durante su ofrenda al monumento a Rafael Casanova.

Los miembros de Moviment Identitari Català, durante su ofrenda al monumento a Rafael Casanova. / JORDI BATALLER

Xavier Rius Sant

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La participación del vicepresidente del Parlament, Josep Costa, en una reunión en la que estaban el Front Nacional de Catalunya, grupo con posicionamientos hacia la inmigración similares a los de la ultraderecha, y del partido identitario Força Catalunya, ha motivado que ERC acusara a Junts de avenirse a explorar una coalición con grupos xenófobos. 

Más allá de las nulas posibilidades de hacerse un hueco en el mapa político, desde hace años existe una ultraderecha independentista. No son unas ideas idénticas en todo a las de Vox dado que, como Marine Le Pen, hacen bandera de los derechos de las mujeres o los homosexuales para rechazar la inmigración islámica. Y añaden un pero a la inmigración latina. Debe dejar la lengua castellana en casa. Pero esta ultraderecha independentista exige dejar de subvencionar cualquier expresión cultural como la Feria de Abril. “Catalunya catalana, ni española, ni musulmana”. Y tienen como símbolo el número 33. Si los grupos neonazis tienen en sus emblemas los números 18 o 88, por la primera y octava letra del abecedario, la A y H, que significarían Adolf Hitler o Heil Hitler, los ultras independentistas tienen el 33 por las dos C de Catalunya Catalana

Y no solo recuperan momentos o ideas de sectores d’Estat Català de los años 30 y los hermanos Badia, cuando crearon unas juventudes con camisas pardas y escenografía parecida a las Juventudes Hitlerianas o al grupo Nosaltres Sols. Porque ya en este siglo XXI hubo algún dirigente del catalanismo que vivió la llegada de un millón de extranjeros en pocos años, como un invasión. Así Marta Ferrusola se despacharía en febrero de 2001 lamentado que “esta gente” hará que “de aquí diez años desaparezcan las iglesia románicas y solo servirán las mezquitas”. Y poco después el expresidente del Parlament Heribert Barrera propuso expulsar a los magrebís que trabajaban en el Ejido, dado que si se les daba trabajo y venían a Catalunya, Catalunya desaparecería. 

Dos exmiembros de CEDADE, el grupo neonazi español de los años 70 y 80, Enric Ravello y Xavier Andreu, han sido impulsores de dos de los grupos políticos xenófobos independentistas. Andreu sería hasta 2009 máximo dirigente de Unitat Nacional Catalana (UNC), cuyos militantes llegaban a las manos algunos Onze de Setembre en Barcelona con militantes del izquierdista MDT. UNC tenía como símbolo, además de la cruz de Sant Jordi, el número 33 y el ave fénix, el renacer. Y Andreu era uno de los organizadores habituales del homenaje anual a los hermanos Badia con una “guardia de honor” formada por jóvenes vistiendo camisas pardas. Enric Ravello por su parte, tras ejercer de responsable de relaciones internacionales de Plataforma per Catalunya, abandonó PxC en 2014 y creó Som Catalans que, pese a recibir apoyo del Vlaams Belang flamenco, no ha conseguido representación en ningún ayuntamiento. 

Ha habido otros intentos como Identitat Catalana, que se presentó a las elecciones de 2011 en diversos municipios, entre ellos L’Hospitalet, donde obtuvo 154 votos, que entre sus reivindicaciones proponía cerrar todas las mezquitas y solicitaba que no se diera ninguna ayuda a los extranjeros que llevaran menos de ocho años empadronados. Y posteriormente surgió el Moviment Identitari Català (MIC), que no disimula su pensamiento xenófobo y realiza sus actos con militantes vistiendo uniforme paramilitar y camisas pardas

Habiendo fracasado Som Catalans en las elecciones municipales de 2015 en Vic, cuya dirigente Ester Gallego solo obtuvo 56 votos, otros militantes independentistas recuperaron la sigla de Front Nacional de Catalunya, un partido del antifranquismo ya disuelto, para intentar hacer algo parecido a Frente Nacional francés. Y se presentaron en 2019 en Ripoll -confiando sacar rédito de la conmoción por los atentados-, donde su candidata Sílvia Orriols entró en el consistorio, no consiguiendo un segundo regidor dado que Ester Gallego decidió presentarse por Som Catalans en Ripoll, donde fracasó, pero restó votos al Front. Y poco después Orriols abandono el Front Nacional para crear otro partido, Aliança Catalana. Las luchas cainitas de la ultraderecha españolista se repiten también en la independentista.   

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