El apunte

Lo más raro de ERC

Esquerra y sus corifeos se avergüenzan ante las acusaciones del claudicación sin contratacar

El presidente del Parlament,  Roger Torrent, durante un acto con Pere Aragonès.

El presidente del Parlament, Roger Torrent, durante un acto con Pere Aragonès. / EUROPA PRESS

Xavier Bru de Sala

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Una cosa es mantener una actitud de pacto y diálogo, aunque sea voluntarista y con escasos resultados; otra cosa es no saber defenderse de los ataques por parte de JxCat si no es con golpes bajos colaterales; y otra, muy distinta, abstenerse de poner sobre la mesa cualquier argumento político que desacredite la vía Puigdemont. Pues eso es precisamente lo que hace Esquerra y sus corifeos: avergonzarse ante las acusaciones de claudicación sin contratacar y ni siquiera defender la conveniencia estratégica y táctica de sus posiciones en comparación con la esterilidad de las de su gran rival.

Se puede discutir mucho sobre los resultados del diálogo. Pocos, incluso entre los votantes de ERC, son capaces de tragarse que pare en un referéndum de autodeterminación autorizado o cualquier fórmula alternativa que desbloquee el conflicto. El conflicto y la falta de soluciones a la vista han venido para quedarse, por menos una buena temporada. Ahora bien, y esto es muy raro, pero mucho, es que Aragonés, Torrent y demás dirigentes no se atrevan a decir que, en las presentes circunstancias, tras la derrota del otoño de 2017 y sus tremendas consecuencias, vale más pasar por las horcas claudinas que mantener una confrontación de boquilla que solo sirve, en el mejor de los casos, para ocupar cargos y mantener falsas expectativas.

El objetivo y la justificación de ERC, que no se puede hacer nada sin ensanchar la base, solo podría dar fruto a un indeterminado pero largo plazo. Ahora bien, si algo se ha comprobado sobre JxCat en los últimos tres años es la total ausencia, tanto de hoja de ruta alternativa como de resultado positivo en términos de bienestar para la ciudadanía, empezando por la que les vota. El diálogo es poco menos que unilateral, pero la confrontación es imaginaria. La realidad es la que es. Si JxCat y ERC empatan durante la campaña en engaños y autoengaños, puede ganar cualquiera. La dura verdad, en cambio, llevaría a los de Junqueras a un resultado mucho mejor de lo que esperan.