Opinión | Abusos del poder
Antonio Franco
¿Tenemos mala suerte?
Las irregularidades que protagonizan determinados sujetos cuando llegan al poder no es mala suerte, llámenlo más bien sensación de impunidad y nula conciencia democrática

El rey emérito, Juan Carlos, en una imagen de archivo. / Europa Press
Iba a escribir que no tenemos suerte con quienes nos mandan, pero recurro al freno de mano porque no estoy nada seguro de que los excesos autoritarios que padecemos unas veces, los engaños con los que en otras ocasiones nos enredan durante las campañas electorales, o las frecuentes corrupciones que protagonizan determinados sujetos cuando llegan al poder tengan relación con la suerte. Tienen que ver más bien con su egoísmo y su falta de escrúpulos. Como soy políticamente correcto ahora me toca decir que muchas de nuestras autoridades y muchos de nuestros representantes son por el contrario personas decentes. Es cierto. Pero a continuación constato que junto a ellos hemos tenido muy mala gente con ganas de mandarnos como sea, de imponer su voluntad, utilizando unas veces codazos y sables o ganando en otras ocasiones las pugnas electorales, que han conseguido sus fines.
La especialidad más generalizada es considerar suyas, de su propiedad, bienes ajenos que ellos simplemente tienen que administrar. Y lucrarse. Siempre he despreciado al general Franco por su traición a la República que juró defender y por su adicción a la sangre, pero añado mi consideración de que era rastrero tras conocer como él -y su familia- pasaron a considerar como propios los cuadros, muebles y enseres del Patrimonio Nacional que incautaron para rellenar el Pazo de Meirás, la finca que se hizo regalar por los gallegos.
En esa estela de incumplimiento de las leyes hemos seguido hasta hoy, en que el rey emérito, su sucesor no solo en la jefatura del Estado sino también en cosas de mal olor, intenta regularizar deprisa y corriendo impuestos que defraudó (y no lo hace espontáneamente sino tras saber que la justicia le investiga). Es una historia larga y en toda nuestra geografía; ahí están las actividades de Jordi Pujol, todo lo que ya ha salido de las tramas organizadas del PP, el saqueo de tantos bienes públicos de la Comunidad Valenciana, la financiación irregular de partidos de todo el arco parlamentario, y muchas cosas más, como las sospechas que se investigan de sobresueldos de aquel presidente del Gobierno que se llamaba Rajoy. ¿Mala suerte? ¿Tanta? No lo crean. Llámenlo más bien sensación de impunidad y nula conciencia democrática.
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