EXABRUPTO MILITAR

Fusilar a 26 millones, no a 25

Al calcular que se necesitan exactamente 26 millones de fusilamientos, el general en jefe delata que los planes están más avanzados de lo que sospecha la inconsciencia callejera

Desfile militar durante el izado solemne de la bandera de España con motivo del Día de la Constitución.

Desfile militar durante el izado solemne de la bandera de España con motivo del Día de la Constitución. / Emilio Naranjo / EFE

Matías Vallés

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Se está abordando con ligereza el anunciado fusilamiento de 26 millones de españoles, como si fuera una trivialidad al alcance de cualquier verdugo. En realidad, esa matanza requiere una programación metódica que hasta hoy mismo solo ha sido diseñada por Adolf Eichmann. Rematar la cifra de 26 millones en un país de 50 millones resuelve el problema a futuros carniceros, porque no queda nadie significativo sin fusilar, es la proporción que hubiera elegido Gila con su casco. A la hora de eliminar, la tradición demuestra que los militares ejecutores prefieren pecar por exceso a quedarse cortos, con la frustración de que el mal siga arraigado. Dios ya elegirá a los suyos.

De tanto examinar los 26 millones, se ha ofuscado su significado. Esa cantidad asimétrica se ha determinado con la precisión logística exigible al Estado Mayor del generalato. Aquí no se ha improvisado un redondeo en 20 o 30 millones, como si fuera el margen de víctimas del coronavirus. Ni siquiera se ha estancado en los 25, se han fijado los irregulares 26 con una exactitud deliberada. Y sin que pueda hablarse de una advocación franquista, porque murió el 20. Quién no ha exclamado en un atasco que “mataría a 100 conductores”, pero nadie grita que “mataría a 110 conductores”, la esfera civil no planifica con el esmero de una matanza uniformada.

Al calcular que se necesitan exactamente 26 millones de fusilamientos, el general en jefe delata que los planes están más avanzados de lo que sospecha la inconsciencia callejera. No se establece una conjetura, no se lanza una cifra al aire para presumir de testosterona. Se trabaja además con una determinación que no se detiene ante la evidencia de que la suma de los candidatos obvios al paredón no suman 26 millones, por lo que el espectro a liquidar se derramará hacia la extrema derecha. La exigencia adicional de que todos los fusilados sean “hijos de puta” complicaría el programa a un vulgar verdugo, pero no a un calculista experimentado.