El Harry Potter del independentismo

Entre magias anda el combate electoral. Magia blanca y magia negra. Como ERC y JxCat luchan por los mismos votantes, ambas formaciones intentan quedarse el papel del mago bueno, que es el que casi siempre acaba ganando en las películas

Los presidenciables de ERC y JxCat, Pere Aragonès y Laura Borràs.

Los presidenciables de ERC y JxCat, Pere Aragonès y Laura Borràs. / ACN / ROGER PI DE CABANYES

Josep Martí Blanch

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Estarán contentos los seguidores de Harry Potter. Catalunya se prepara para convertir la campaña electoral de las elecciones de febrero en el plató de grabación de un nuevo capítulo de la saga. Varitas de sauco, hechizos, pócimas, encantamientos, abracadabras y nada por aquí, nada por allá. Potter contra Voldemort. Puigdemont contra Junqueras. Borràs contra Aragonés. Pactismo mágico contra independentismo mágico. 

Carles Puigdemont ha aterrizado nuevamente en el debate político con algo más que un tuit para afear, sin mencionar expresamente a su adversario político, el voto favorable de ERC a la ley de presupuestos de Pedro Sánchez. Los republicanos dijeron sí a las cuentas un día antes de que el Tribunal Supremo (con un texto-pirueta parecido a un sortilegio para convertir sapos en príncipes) revocase el tercer grado a los líderes independentistas. 

El comportamiento de los republicanos, según el expresidente Puigdemont, merece ser definido como pactismo mágico. O lo que vendría ser lo mismo, una estrategia negociadora vacía de contenido que no lleva a ninguna parte y que nada puede conseguir porque, gobierne quien gobierne, en España el estado no va a ceder en nada sustancial. 

Las decisiones del Tribunal Supremo, la inconcreción de la mesa de negociación del conflicto catalán o la indolencia con la que el ejecutivo español maneja una solución política para los presos avalarían la tesis puigdemontista de que ERC no sólo sigue con las manos vacías, sino que ha confundido un escenario de negociación con uno de humillación voluntaria.

Del otro lado, los de Oriol Junqueras vienen acusando desde hace tiempo al propio Puigdemont, y por extensión a todo el entorno de JxCat, de vivir mentalmente instalados en el independentismo mágico. Este tipo de soberanismo vendría a ser, según los republicanos, el que practican los que creen, como los niños, que es suficiente con cerrar los ojos y desear que pase algo para que, al abrirlos, se haya tornado realidad. Habría otra forma de explicarlo. Sería el que ellos mismos practicaron cuando empujaron a Puigdemont a declarar la independencia, acusándolo de traidor cuando se planteó convocar elecciones.

Así pues, entre magias anda el combate electoral. Magia blanca y magia negra. Como ERC y JxCat luchan por los mismos votantes, ambas formaciones intentan quedarse el papel del mago bueno, que es el que casi siempre acaba ganando en las películas. Ambos quieren las gafitas de Harry Potter y dejar al otro el papel del villano Voldemort. El premio no es menor: seguir mandando en la Hogwarts local, la Generalitat.

Ni el independentismo ni el pactismo mágico existen

Unos y otros yerran por la base. Ni el independentismo ni el pactismo mágico existen. El primero desapareció en octubre de 2017, cuando explotó el globo del engaño que Puigdemont y Junqueras hincharon irresponsablemente mintiendo sin escrúpulos a sus bases electorales. Quienes militaban en el independentismo mágico no eran los líderes, que sabían de la estafa, sino los votantes y simpatizantes que se tragaron el anzuelo. Desde esa fecha, descubierto el truco de los magos que lo protagonizaron, seguir hablando de independentismo mágico es generoso en demasía. A estas alturas sólo se trata de un independentismo incapaz de tomar nota del fiasco y, por tanto, irresponsable.

Tampoco existe el pactismo mágico. Lo que sí es real es el reconocimiento por la vía de los hechos del fracaso de 2017 y la consiguiente necesidad de rectificar y recuperar el modo clásico de hacer política; aprovechando las ventanas de oportunidad -a veces más anchas, a veces más estrechas- que ofrece la coyuntura. Es ahí donde anda ERC desde el 29 de octubre de 2017, cuando Oriol Junqueras publicó el artículo “En el camí que ens queda per recorrer” y en el que ya anunciaba decisiones que no serían fáciles de entender. El pactismo de ERC no es mágico. Es lo más concreto, tangible y real que puede encontrarse hoy en día en la política catalana desde el campo soberanista, dejando a un lado posturas todavía más palpables -pero más minoritarias- como la del PDECat o el PNC. Otra cosa, son los resultados que ese pactismo pueda obtener. Pero eso no lo convierte en mágico, más bien al contrario; hace de ello algo tremendamente prosaico y sujeto a las leyes universales de la negociación: tanto tienes tanto vales. 

La magia y los trucos se agotaron en 2017. Sólo falta certificarlo con un acto de entrega de la varita de Harry Potter al Museo de Historia de Catalunya. Podría llegar volando y posarse suavemente al lado de los otros objetos del proceso que allí reposan. Si quieren probar, el hechizo para elevar un objeto y manejarlo a su voluntad como si fuera un dron es este: Wingardium Leviosa.

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