BARRACA Y TANGANA

Semanas y semanas

Es lo que nos salva. Ese momento de volver a casa y recordar que en la nevera está la pizza que sobró la noche anterior. Ese momento es un gol sobre la hora. 

Piqué se lamenta de una ocasión fallada en Mendizorroza.

Piqué se lamenta de una ocasión fallada en Mendizorroza. / DAVID AGUILAR

Enrique Ballester

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Hay semanas y semanas. Hay semanas que uno atraviesa como una visita al campo del líder, corriendo hora y media detrás de la pelota, recuperándola para enseguida perderla, suspirando fuerte cada vez que levanta la vista hacia el marcador y ve que el tiempo no avanza, que aquello nunca se acaba. Semanas y partidos que huelen a derrota clara, que uno cruza sobre las minas y bajo las bombas, pero al final, aunque parezca increíble, esas semanas también pasan: los tiros del líder se van al poste, el portero saca un par de manos milagrosas y las pérdidas de tiempo funcionan. De repente se alza la tablilla del descuento y surfeas la última ola. Uno vive de rascar empates inesperados en esas semanas en la trituradora.

Uno vive del detalle, de beber la gota que resbala. Es lo que nos salva. Uno vive del detalle porque la vida es el detalle. Ese momento de volver a casa y recordar que en la nevera está la pizza que sobró la noche anterior. Ese momento es un gol sobre la hora.

De momento he llegado entero al sábado. Mi hijo Teo me ha retado a un partido, lo que llama "jugar a quitarla". Como tiene cuatro años todavía le gano, pero va espabilando. De pronto deja de darme patadas y se separa. Me pide que se la pase, que es de mi equipo, y yo se la paso, que para algo es mi propio hijo.

Entonces la recibe, se la queda y se ríe travieso, en plan 'que no, padre-tonto, que te estoy engañando'. A esto lo llama “te he bromeado”, y se le dibuja la cara orgullosa que pone también cuando reconoce las letras del alfabeto o cuando cuenta hasta diez con los dedos de las manos. Yo casi prefiero lo de “bromearme”, porque algo me dice que le será de más utilidad en la vida, porque ya se sabe: hay semanas y semanas y sábados y sábados.

Botas sin cordones, invento fascinante

A Teo, por cierto, le compré hace poco unas botas de fútbol sin cordones. Como soy medio 'boomer', me pareció un invento fascinante: unas botas de fútbol sin cordones. Aún no se ha vacunado nadie del covid, pero tenemos botas de fútbol sin cordones. La ciencia: una por otra. Y ya casi están las vacunas del covid, pero aún no se ha encontrado antídoto para la jugada más vieja del balompié: cuando alguien prolonga un córner en el primer palo. Para eso no tenemos respuesta, pasan las décadas y eso sigue funcionando. La ciencia: otra por una.

He llegado entero al fin de semana y mi estado de ánimo no solo dependerá de mi equipo y su resultado. Por si no fuera suficiente con eso, por si no fuera lo bastante absurdo, a medida que pasan los años lo voy complicando. De un tiempo a esta parte, un momento importante de mi temporada consiste en decidir qué equipo quiero que gane la Premier, la Serie A o la Ligue 1, con qué equipos voy en Segunda B y Tercera, quiénes quiero que bajen por ahí y todo eso.

Todos esos resultados van moldeando mi año a base de alegrías moderadas y penas mínimas, al nivel de la elección de favoritos y apestados, que se sustentan en simpatías moderadas y odios mínimos. Lo malo es que nunca ganan todos los que yo quiero, pero mejor pensar en lo bueno. Lo bueno es que siempre gana alguno de los que yo quiero, incluso en este tipo de semanas, las que parecen que nunca se acaban. Me vale con ese detalle, con la gota que resbala.