Pros y contras
Tarotistas
Es el momento de que la política del diálogo vaya más allá de los gestos
Incentivo, ultimátum, advertencia… Un poco de todo contiene el mensaje de Gabriel Rufián al Gobierno respecto a la reforma de sedición: «Sería muy importante de cara al 14-F demostrar que la política sirve para algo; si no, tendremos tarotistas y no políticos». ¿Y quiénes son los tarotistas? Fácil, basta con bucear en anteriores declaraciones del republicano: «La política es hacerse cargo de la realidad, aunque duela. Quien quiera vender mentiras, que se meta a tarotista. Porque de lo mágico a lo tóxico, hay solo tres tuits». Y, si aún quedan dudas, son los de «los bolsos de Michael Kors». Pues sí, Rufián alude al Junts de Laura Borràs.
No hay duda, las sentencias se le dan bien a Rufián. Las razones, depende del momento. Aún asombra oír criticar la magia a quien fue tan buen hechicero. Pero más allá de su –bienvenida– mutación, lo cierto es que ya sabemos dónde nos llevó la política del desprecio de Rajoy. Del desatino de entonces quedan unas penas de prisión injustificables, carnaza para el populismo del agravio. Es el momento de que la política del diálogo vaya más allá de los gestos. El tarot no puede ser una alternativa. Siempre es una estafa.
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