¿Pero aquí quién manda?

A pesar de que Sánchez prefería un acuerdo que incluyese a Cs, el pacto de presupuestos le refuerza

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Rosa Paz

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La manera en que se han ido decantando los apoyos para la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado para el 2021, desde el anuncio del voto favorable de ERC y EH Bildu a la autoexclusión de Ciudadanos, ha desatado la polémica sobre quién manda en el Gobierno, Pedro Sánchez o Pablo Iglesias. Porque es conocido que al presidente le hubiera gustado conseguir un acuerdo más transversal, en el que participara el partido de Inés Arrimadas, mientras que el vicepresidente segundo ha hecho todo lo posible por torpedear esa posibilidad y se ha esforzado en consolidar el bloque de las izquierdas, incorporando a EH Bildu a «la dirección del Estado», según sus propias palabras. Vistas así las cosas, se podría decir que ha ganado Iglesias y de ahí que los partidos de la oposición insistan en la idea de que quien dirige el Ejecutivo es el líder de Unidas Podemos y no el del PSOE. 

Hasta ahora, Sánchez ha evitado entrar en polémica pública con Iglesias, razón por la cual algunas de las salidas de tono del vicepresidente segundo se quedan sin respuesta conocida del presidente, que no quiere embarrar más el campo de juego de la coalición de gobierno. Así que las diferencias las discuten en privado. En un mundo tan mediático, ese silencio da pábulo a especulaciones y se podría interpretar como sumisión, pero puede que sea expresión de la fortaleza de Sánchez frente a Iglesias.

Porque, más allá de la escenificación del sí de EH Bildu a los Presupuestos por parte de Iglesias y de Arnaldo Otegi, que ha levantado ampollas, también entre los socialistas, lo que parece evidente es que quien sale ganando con la aprobación de las cuentas del Estado es Sánchez.

Es, sin duda, el presidente el que sale reforzado al garantizarse tres años más de mandato y la estabilidad política para hacer y deshacer, para tratar de abordar las crisis con acierto, para intentar de nuevo alcanzar acuerdos con Cs en asuntos concretos o incluso para realizar cambios en el gabinete ministerial, que podrían afectar también a los ministros podemistas. No se sabe si esta posibilidad está entre sus planes, pero una vez garantizada la continuidad de la legislatura está en sus manos hacerlo. 

Con tres años por delante y sin una mayoría alternativa que pueda desalojarle de la Moncloa, Sánchez se asegura la perdurabilidad de su Gobierno y la suya propia y eso le confiere una tranquilidad de la que ha carecido desde que en junio de 2018 ganó con una mayoría inestable la moción de censura contra Mariano Rajoy. 

Legislatura larga

Ese hecho, no obstante, solo garantiza una legislatura larga, que no es poco vista la inestabilidad política que rige la política española desde 2015, pero no que esta vaya a ser tranquila. Así que sería de agradecer que un Sánchez reforzado tuviera entre sus objetivos pacificar el debate político y acabar con una polarización inmanejable. Y sería bueno también que Sánchez e Iglesias tuvieran entre sus propósitos para 2021 el de mejorar la convivencia dentro de la coalición de Gobierno. Algo así como ¡Presupuestos nuevos, política nueva! 

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