EN CLAVE EUROPEA

Revitalizar la política euromediterránea

Grupo de migrantes rescatados por la oenegé Open Arms en el Mediterráneo Central.

Grupo de migrantes rescatados por la oenegé Open Arms en el Mediterráneo Central. / periodico

Eliseo Oliveras

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La Unión Europea (UE) y los países mediterráneos se han comprometido a reforzar su cooperación política para hacer realidad los objetivos de la Declaración de Barcelona 1995 de crear un espacio común de paz, estabilidad, seguridad y prosperidad. Durante los 25 años que han pasado desde la Conferencia Euromediterránea del 27-28 de noviembre de 1995 en la capital catalana, “los retos se han multiplicado y son más difíciles y muchos de los problemas que existían entonces siguen sin resolver”, reconoció el responsable de la diplomacia de la UE, Josep Borrell, al concluir la reunión ministerial celebrada vía telemática desde Barcelona, sede del secretariado general de la Unión por el Mediterráneo.

La UE ha prometido desarrollar en el 2021 una nueva estrategia reforzada. La Comisión Europea debería presentar una propuesta en marzo que tuviera en cuenta las necesidades expresadas por sus socios mediterráneos. Los países de la cuenca sur priorizan más apertura del mercado europeo a sus productos agroalimentarios, más inversión y ayuda europea que facilite la creación de empleo y establecer canales de inmigración legal, mientras que se resisten a las reformas políticas, económicas y sociales de calado. La UE, por su parte, prima la estabilidad y la seguridad, el control de fronteras, la lucha contra el terrorismo y el crimen organizado, la contención de inmigración ilegal y las reformas socioeconómicas.

Un contexto más conflictivo

A la dificultad de la divergencia de prioridades, se añade que el contexto actual es mucho más conflictivo que en 1995: el proceso de paz Israel-Palestina está moribundo, Siria y Libia llevan nueve años de guerra civil, la reunificación de Chipre parece más lejos que nunca, la UE y Turquía mantienen un tenso pulso por las zonas marítimas, persiste la disputa fronteriza entre Argelia Marruecos se han reanudado las hostilidades en el Sahara Occidental.

La enorme brecha de desigualdad entre las dos orillas del Mediterráneo es uno de los problemas más acuciantes, señaló el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez. El nivel de riquezaper cápita de la cuenca sur es “16 veces menor” que el de Europa, precisó Borrell. Esta brecha alimenta la presión migratoria hacia la UE.

Las cuatro grandes áreas donde se ha acordado priorizar la actuación de la Unión por el Mediterráneo serán: cambio climático, desigualdad, igualdad hombre-mujer e integración económica, explicó la ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya.

Acumulación de fracasos

La política mediterránea de 1995 pecaba de irrealista y de inconsistencias y carecía de los instrumentos adecuados y de la voluntad política europea para materializar sus objetivos, señalan Bichara Khader de la Universidad de Lovaina y Haizam Amirah-Fernández del Real Instituo Elcano. La política euromediterránea quedó rehén del progresivo descarrilamiento del proceso de paz palestino desde la elección como primer ministro israelí de Benjamín Netanyahu en 1996. La segunda Conferencia Ministerial Euromediterránea de Malta en abril de 1997 ya fue un fracaso y no pudo adoptarse la prevista Carta Euromediterránea para la Paz y la Seguridad.

La UE tampoco ha actuado como motor democratizador, ya que ese objetivo teórico fue sustituido rápidamente por tener gobiernos estables que no plantearan riesgos para la seguridad y los intereses europeos. El objetivo de la UE era “construir un cordón sanitario para protegerse de al inestabilidad”, señala Mona Yacoubian del United State sInstitute for Peace.

El intento de revitalizar las relaciones con la cuenca sur mediante la creación en el 2008 de la Unión por el Mediterráneo y la promoción de proyectos regionales concretos ha tenido hasta ahora un resultado muy mitigado y ha continuado siendo rehén de los conflictos de la región.

En materia económica, los acuerdos de asociación entre la UE y los países mediterráneos ha permitido un incremento del comercio, pero bajo las condiciones europeas, sin crearse la zona de libre comercio planteada en 1995. Esos acuerdos bilaterales han mantenido el superávit comercial europeo, la brecha de desigualdad y la dependencia de la UE, sin facilitar el comercio entre países vecinos de la región. “La región euromediterránea es de las menos integradas económicamente del mundo”, reconoció Borrell. El daño social causado por la desaparición de pequeñas y medianas empresas en los países del sur por la apertura desequilibrada de sus mercados no fue compensada con ventajas económicas, ni políticas, critica Eberhard Kienle, el investigador del CNRS francés.

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