ANÁLISIS

Presupuestos en tiempo de covid

Gastos e ingresos son el resultado de parametrizar supuestos y elasticidades, pero no habrá sorpresas de tesorería debido al respaldo europeo

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Guillem López Casasnovas

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La incierta situación que vivimos puede variar en pocos meses con la aparición de la (o las) vacuna(s). Pero de momento pocas cosas resultan claras. Del registro del pasado puedo recordar que recuperar la situación económica anterior a la crisis del petróleo de 1973 costó solo dos años; para la de 1991 (con 4 puntos de caída del PIB) se tardaron 3 años, y la última, la financiera del 2008 (-10% de caída), 8 años, y solo ahora empezábamos a tocar la línea de partida. De la salida de la crisis del covid no me atrevo a hacer pronóstico alguno, pero los que tienen ‘bola de cristal’ la sitúan ya en el 2024. Ciertamente, cada crisis tiene un mecanismo de digestión diferente –la peor, la del saneamiento financiero, que era la que obturaba más conductos, ahogando la actividad económica–.

De la actual, levantemos acta de que la capacidad de respuesta española inicial fue apenas una cuarta parte de la de muchos otros países de nuestro entorno, y que el músculo ahora exhibido es por el dopaje europeo. Tenemos, según el Banco de España, un 25% de empresas con patrimonio neto inferior a menos de la mitad de su deuda neta (ratio incluso más elevado para las pymes). Esto abre una potencial contaminación para la vía bancaria, en una mora que complicaría aún más el futuro económico. Una banca hoy con intereses disparejos: interesantes por la menor carga financiera de la deuda pública que supone, fatal para ganar rentabilidad bancaria fuera de aplicar comisiones.

Ganas de normalidad

Una de las pocas cosas claras que tenemos es la importancia de mantenerse, de aguantar. Ya que, sin duda, en la remontada de la demanda, ahora aletargada, emergerá con fuerza desde una tasa de ahorro que se ha duplicado y para una población que tiene muchas ganas de volver a la normalidad. De lo contrario, no sostener la planta productiva ahora haría que el impacto en importaciones para satisfacer la demanda interna fuera enorme sobre la balanza comercial. Conviene tener claro, por tanto, que ahora el ‘lock down’ de los confinamientos no debería suponer el abatimiento, ‘knock down’, del tejido y la planta productiva.

En este contexto cabe analizar los nuevos Presupuestos del Estado. Me muevo entre el no prestarles en general nunca demasiada atención y el no dejar esta vez de valorarlos. Como mínimo porque entre lo dicho y lo hecho suele haber un buen trecho, cuando el interés por lo primero no se muestra por lo segundo. Además, ¿cómo no van a ser optimistas y salvadoras unas propuestas derivadas del cuadro macroeconómico anticipado por quien gobierna y lo va a gestionar? Si el propio Gobierno no ofreciera las mejores cifras en sus proyecciones, qué diría la oposición.

El plus europeo

A partir de aquí, gastos e ingresos son resultado de la parametrización de elasticidades y supuestos de comportamiento económicos. Pero esta vez tiene el proyecto presupuestario un plus de credibilidad, ya que lo financia la Unión Europea. De modo que en el transcurso de su aplicación no habrá las sorpresas de falta de tesorería, ya que siempre el carácter fungible del dinero europeo, total o parcialmente, coyuntural, o estructuralmente, ‘y ya veremos’, podrá muscular los proyectos. Solo un toque de atención: el empuje público de la demanda en la medida en que se consolide en gasto recurrente y no en proyectos de inversión, de rescate y transformación de la economía, las finanzas públicas se pillarán los dedos para muchos años. Y es que fuera de esta financiación extraordinaria las finanzas públicas propias, con lo que será la realidad de la deuda y su peso muerto, lastrarán incluso la capacidad de financiar el gasto ordinario sin recursos ajenos.