Opinión | Editorial

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Biden desanda el camino de Trump

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Aunque el presidente electo de Estados Unidos insista en que el suyo no será el tercer mandato de Barack Obama, los nombramientos de Joe Biden para su Gobierno remiten inevitablemente a la presidencia de quien fue su jefe durante ocho años. Desandar el camino de Donald Trump hasta donde sea posible supone recuperar el hilo argumental de la última Administración demócrata, sin que por lo demás sea posible clonarla. Pero hay una serie de ingredientes típicos de la política estadounidense, desatendidos o baqueteados por Trump, que obligan a un replanteamiento general en el plano interior y en el exterior, y a articular un programa sensato de lucha contra el coronavirus hasta la fecha inexistente.

Entre las prioridades interiores, la más importante es atenuar los efectos económicos de la pandemia y moderar las tensiones sociales, la división tajante de una sociedad alineada en dos bloques aparentemente irreconciliables. La incorporación de Janet Yellen al frente del Tesoro responde a tal necesidad perentoria: activar los resortes para la recuperación y revisar una política fiscal que en los últimos cuatro años ha propiciado el crecimiento de las desigualdades más allá del demagógico eslogan 'América primero', que en la práctica ha significado aplicar a los intercambios comerciales un proteccionismo que ha tensado de forma especial la relación con China y con la UE. Algo que, por lo demás, ha sido poco útil para acudir al rescate de las clases medias dañadas por la salida de la crisis financiera de 2007-2008.

En el plano exterior, la llegada de<strong> Anthony Blinken </strong>a la Secretaría de Estado certifica la vuelta al multilateralismo que durante la presidencia de Obama defendieron con suerte desigual John F. Kerry y Hillary Clinton, lo que entraña de entrada sanear la relación y la complicidad con los aliados, volver a la senda del compromiso con Irán y modular hasta donde sea posible las relaciones con Rusia y China. Nada resulta demasiado nuevo en este enfoque. El primer objetivo será recuperar el terreno cedido a otras potencias dentro de las organizaciones internacionales y a raíz de la retirada del acuerdo de París, el único marco vigente para afrontar la emergencia climática y del que se retiró la Administración saliente, quinta esencia del negacionismo.

Si de Obama se dijo en su día que era un reformista moderado, lo mismo cabe decir de Biden. Con el matiz de que en cuatro años se ha espesado la atmósfera y el presidente electo heredará un país con una crisis de identidad de una profundidad desconocida.