Contra la discriminación

Nicola Sturgeon y las políticas efectivas para las mujeres

Escocia ha puesto la lucha contra la pobreza menstrual en la agenda política de Occidente al aprobar la gratuidad de las compresas y tampones

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Carol Álvarez

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Han sido las microagresiones las que han ido conformando, de manera casi imperceptible, el marco mental de millones de mujeres a lo largo de la historia. Siglos atrás eran de más calado las violencias machistas, y por eso ahora el destilado puede parecer inocuo. No lo es. La mujer invisibilizada, el mansplaining en foros públicos, el paternalismo...mil y una variantes se suceden como  una lluvia fina que cala hasta los huesos. 

Si algo nos ha enseñado ese fenómeno perseverante es justamente que los pequeños actos pueden crear tendencias y hábitos. ¿Por qué no focalizar pues la atención en las micro progresiones?. La más reciente, la aprobación  por primera vez en todo el mundo de una iniciativa gubernamental que hace de compresas y productos higiénicos similares un bien de primera necesidad gratuito. Ha pasado en Escocia este martes y la primera ministra Nicola Sturgeon se ha puesto la medalla por pionera en un campo tan debatido y que sitúa la pobreza menstrual en la agenda de todos los gobiernos occidentales.

Escocia arrancó su campaña con la gratuidad de tampones y compresas en universidades y otros espacios educativos públicos para acabar con el estigma que aún implica, sobre todo si se alía con la pobreza, en las generaciones más jóvenes. La menstruación aún es un problema para muchísimas mujeres, para el desarrollo de su vida cotidiana, y no digamos lo que supone para las adolescentes con dificultades para acceder a recursos.  Hay otros territorios de ultramar que también garantizan la gratuidad, como el estado australiano de Victoria, que tras unos meses de distribuir productos higiénicos gratis a las estudiantes ha extendido la medida a toda la población femenina en plena pandemia.

Justo es el impacto económico del coronavirus el que está obstaculizando en otros países como en España un primer paso pendiente mucho más sencillo y de clamorosa discriminación: la supresión de la tasa rosa, como se llama el impuesto elevado para los productos higiénicos. La lucha por su limitación a la escala de tasas de un producto básico, de primera necesidad, sigue viva. Microagresiones más fáciles de revertir si paso a paso retocamos leyes y ajustamos el entorno del bienestar de la mitad de la población, sin más excusas de calendario y excepcionalidades.