Opinión | Editorial

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Unas navidades distintas

Una calle de Cornellà de Llobregat con iluminación navideña.

Una calle de Cornellà de Llobregat con iluminación navideña. / AYUNTAMIENTO DE CORNELLÀ

Es evidente que las fiestas de Navidad, Año Nuevo y Reyes serán este año muy diferentes, las más extrañas de nuestras vidas. Aunque la campaña de vacunación ya se ha hecho pública y las expectativas son halagüeñas de cara al segundo semestre de 2021, aunque las cifras de los índices de contagio, de ingresos hospitalarios y de velocidad de transmisión del virus siguen unas pautas moderadamente optimistas, lo cierto es que la presencia de la segunda oleada de la pandemia sigue vigente y obliga a toda la población a no bajar la guardia para evitar nuevos rebrotes que podrían ser fatales, con la perspectiva del invierno y de la conjunción del coronavirus y la gripe en los saturados CAP.

Queda un mes justo para la Navidad y ya sabemos que deberemos celebrarla en círculos reducidos, sin los habituales desplazamientos y evitando las grandes concentraciones, como es el caso de la cabalgata de Reyes. En el borrador de la propuesta que el Ministerio de Sanidad elevará al Consejo Interterritorial de Salud se barajan una serie de recomendaciones que pasan por un máximo de seis personas (o una burbuja de convivencia familiar) en las comidas navideñas y una excepción al toque de queda los días 24 y 31 de diciembre. Las medidas de prevención anunciadas también hacen hincapié en la necesidad de evitar las cenas de empresa o los viajes innecesarios y, en el contexto general de no permitir una relajación en los ámbitos sociales, se propone asimismo la reducción del aforo de los pesebres vivientes y de los mercadillos, y el consejo de evitar las compras masivas del último momento.

Desde la asunción de responsabilidades por parte de las autonomías, con criterios distintos a la hora de abordar la evolución de la pandemia, la Administración central ha sido respetuosa con ellas y solo ha intervenido en casos críticos, en su momento, como el de Madrid. Ahora, sin embargo, se impone, como ha declarado el ministro Salvador Illa, un consenso para determinar un «marco común y claro», puesto que las celebraciones de estas fechas implican justamente un ir y venir por todo el territorio.

En Catalunya, por ejemplo, está previsto que el toque de queda siga vigente a partir de las 10 de la noche, mientras que la posibilidad de reunión familiar se extiende a 10 personas. Convendría, más allá de las evidencias más claras –las medidas de protección y distancia social– un común denominador asumido por todos. Como debe ocurrir con el plan de vacunación, de ámbito estatal, que ha de responder a una logística consensuada aunque sea administrada por los gobiernos autonómicos.