ESPERANZADORA GOLEADA EN EUROPA

Aquí el único que no se rinde es 'Tintin'

Ronald Koeman, técnico del Barça.

Ronald Koeman, técnico del Barça. / periodico

Emilio Pérez de Rozas

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Solo queda ser del Barça, amigo. No queda otra. Y eso, que lo sepa, es algo inmenso, tremendo, universal, no sé si muy catalán o muy mundano, pero es lo más importante de todo. Cuando solo queda el club, el escudo, la historia, el Camp Nou, ese que se construyó porque el Leo Messi de la antigüedad, aquel maravilloso Ladislao Kubala, que papá y su amigo Ramon Dimas ayudaban a superar los malos (o buenos) momentos de los sábados por la noche, metiéndolo en la sauna de Les Corts, dejó pequeño el viejo estadio de madera y cemento con su fútbol estratosférico. Hay que agarrarse a lo precioso que es sentirse azulgrana, sobre todo cuando juega a lo Ajax como jugó anoche en Kiev.

Enfermaria a tope

No hay presidente y sí demasiados precandidatos que anuncian la tierra prometida, cuando todos sabemos que esa quimera está muy lejana. No hay capitán, pues el que no está descansando y tristón, muy tristón, en el peor inicio de su brillantísima carrera (Leo Messi), está lesionado y grave (como Gerard Piqué), bastante lesionado (como Sergi Roberto) o poco lesionado (como Sergio Busquets). Falla hasta el que no falla nunca: Ter Stegen. Y se nos ha borrado de la mente ya que nuestro ‘niño milagro’ (Ansu Fati, claro) se ha lesionado cuando más lo necesitábamos, no para marcar la diferencia (que también) sino para ilusionarnos con algo.

No hay gurú deportivo, pues el director técnico (a excepción del enorme acierto de Pedri, ¡tremendo fichaje! ¡tremenda persecución! ¡enorme operación!) ha fracasado en casi todo lo demás. No hay complicidad, ni vestuario, pues unos han renovado a larga distancia para salvar sus millonarias fichas (o estirarlas en el tiempo) y otros se niegan, de momento, a rebajar esos 190 millones de euros que necesita ahorrarse el ‘mes que un club’.

Con sabor a Ajax

Pero, mira, tenemos un entrenador, Ronald Koeman, que, ciertamente, le echa un coraje de narices y, sobre todo, mucha sinceridad, transparencia, sensatez y sentido común. Pero eso, que probablemente daría para abrir una mercería, incluso en tiempos de pandemia, no es suficiente como para implantar un dibujo más arriesgado aún que el ‘cruyffista’ 4-3-3, convencer a las ‘vacas sagradas’ que quedan (y no están lesionadas; ahora, ninguna) de que se puede pelear por los títulos y, sobre todo, competir en una Liga española donde hay muy pocos mancos y en una Champions League donde los grandes favoritos, los grandes equipos, juegan a 1.200 kms/h. Y muerden durante 90 minutos. Nada que ver con aquel fútbol de la excelencia guardiolista (por cierto, también en un mal inicio en Manchester).

Si antes decíamos que el Barça dependía de Messi, ahora solo se puede agarrarse al atrevimiento de ‘Tintin’, que, anoche, en lo que los gurús llaman un «arrebato de entrenador», acabó con Riqui y Aleñá en el doble pivote. Puro Ajax, vamos.