Dos miradas

Martillo y huevo

El fantasma de la abstención planea como un grito de rechazo histórico

El vicepresidente Pere Aragonès y la consellera Meritxell Budó

El vicepresidente Pere Aragonès y la consellera Meritxell Budó / periodico

Josep Maria Fonalleras

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Lo peor de todo es la indefinición, ese ir y venir, los globos que se elevan a ver quién, con una perdigonada, es el primero que acierta y los pincha. Más globos, y la renuncia, el desconcierto. Ahora dejo que abras, ahora te cierro, ahora puedes ir al teatro, ahora no te dejo circular para ir a teatro, ahora puedes servir, sí, pero solo hasta las nueve y media. Y después, el desorden inmoral de las ayudas, la carrera para que seamos lobos y nos comamos los unos a los otros, los trapicheos de palacio y las filtraciones, y el que se levanta de la silla enfadado, y nuevas ayudas que habitan en el limbo, y la improvisación y ese estado de impotencia del ciudadano que ya no sabe dónde agarrarse, y quizás el aplazamiento de las elecciones, vete a saber.

Es fácil suponer que todo este desorden puede repercutir en los comicios de febrero como si fuera un martillo que aplastara un huevo duro. Intuyo que las encuestas, esta vez más que nunca, se pueden equivocar mucho, porque quizás no valoran suficientemente la desafección, el enojo para con un gobierno que tiene un hilo de voz indeciso y débil, mientras que el fantasma de la abstención planea como un grito de rechazo histórico.