NÓMADAS Y VIAJANTES
Un general inocente o impune
Ramón Lobo
Periodista
Periodista
Ramón Lobo
Podría ser -y a buen seguro lo será- una gran película repleta de narcotraficantes, agentes de la DEA, policías corruptos, fronteras porosas y un presidente con dificultades para entender la realidad. El caso de Donald Trump es tan grave que ni siquiera sabe que perdió las elecciones de su país hace casi tres semanas. Que la detención del general Salvador Cienfuegos, ministro mexicano de Defensa entre el 2012 y el 2018, fuese en Disneylandia, mientras visitaba el parque junto a sus nietos, añade un pincelada dramática a lo que parece una chapuza.
Tenemos un acusado de proteger a uno de los carteles de la droga y de lavado de dinero, y un inesperado final: su puesta en<strong> libertad sin cargos</strong>. La jueza de Nueva York ni siquiera evaluó los hechos; solo obedeció órdenes del fiscal general de EEUU, William Burr, mano derecha de Trump en el manejo de las áreas oscuras del poder. La magistrada justificó su decisión en la existencia de "importantes y delicadas consideraciones de política exterior", que no detalló.
¿Qué pasó entre mediados de octubre, fecha de la detención, y la semana pasada? ¿Tiene el Gobierno de México una extraordinaria capacidad de presión para doblar el brazo de su vecino del norte? Parece poco probable.
El actual presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, a quien llaman AMLO para que quepa en los titulares de las noticias, negó haber amenazado a EEUU con una expulsión de los agentes de la DEA, tanto los visibles como los encubiertos. ¿Acaso puede México suspender los programas de cooperación en un asunto tan grave para su seguridad como el narcotráfico sin dispararse en los pies?
El Cienfuegos verdadero
Hemos pasado de creer que el jefe antidroga bajo la presidencia de Enrique Peña Nieto era un monstruo, una especie de padrino, como el de la novela El poder del perro, de Don Winslow, a sentirlo como a un atropellado por el imperio. ¿Cuál de los dos Cienfuegos es el verdadero? ¿Estamos ante un inocente o ante un impune?
No es un gesto amistoso detener a un alto cargo del país con el que colaboras estrechamente para combatir el narcotráfico, y hacerlo sin consulta ni advertencia previa. EEUU se arroga un papel de policía mundial en defensa de sus intereses, pero no consiente que otros persigan a sus ciudadanos. ¿Cuál hubiese sido la reacción si México detiene a Dick Cheney por crímenes de guerra en Irak? EEUU nunca había arrestado a un general de cuatro estrellas mexicano. Solo existe el precedente de Genaro García Luna, secretario de Seguridad Pública con Calderón, que espera juicio en Nueva York sin que nadie mueva un dedo por él.
Un periodista tan bien informado como León Krauze cita en The Washington Post al general Barry McCaffrey, zar antidrogas con Bill Clinton. Habla de una provocación. Asegura que un general como Cienfuegos, con una larguísima carrera dentro de las Fuerzas Armadas de México, no debía ser un desconocido para el Pentágono y la CIA. ¿Tenía la DEA pruebas tan sólidas o alguien se precipitó?
Una de las teorías que circulan en México es que Trump necesitaba dar un golpe de autoridad antes de las elecciones para garantizarse el apoyo de los latinos-mexicanos del sur de Texas y de Arizona. El aún presidente es un hombre que no se mueve sin obtener ganancia. ¿Qué gana con la libertad de Cienfuegos? ¿Trata decomprometer la política de Biden con México? Trump ha puesto en peligro a agentes sobre el terreno y a redes de cooperación que ha costado años de trabajo.
Sin felicitaciones a Biden
Krauze escribe sobre el malestar dentro del Ejército mexicano tras la detención de Cienfuegos. Una parte del generalato tiene una mala relación con AMLO. En México no hay golpes de Estado porque los uniformados ya mandan mucho. Ese ruido de sables verbales es el que movió a AMLO a actuar frente a EEUU. ¿Qué ofreció a Trump? ¿Con qué lo amenazó? Ahora se entiende mejor por qué no felicitó al presidente electo Biden y mantuvo una sintonía con las tesis de Trump y de los republicanos más populistas. Era una manera de complacer a Trump y no estropear el curso de las negociaciones.
Sería muy retorcido pensar que la inesperada libertad del general es una compensación por ese desvelo, un regalo personal al amigo que más ha hecho desde el sur por alimentar el ego del presidente del norte. Esto no valdría ni para cerrar una película de los hermanos Marx. La única opción sensata, tras cuatro años de trumpismo, es la cacicada: un movimiento irreflexivo en el que Trump sacará algún tipo de rédito político o personal. Todas las extorsiones tienen un precio.
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