IDEAS

Los fotógrafos hablan

La exposición en Foto Colectania 'Basado en historia reales' demuestra que a veces una palabra también vale por mil imágenes

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Jordi Puntí

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¿Y si resulta que una palabra también vale más que mil imágenes? Porque a veces los fotógrafos cuentan el origen de una foto, el proceso de preparación o un detalle insignificante que el ojo no ve, y te ayudan a entenderla mejor. Es lo que ocurre ahora mismo en la Fundación Foto Colectania con la muestra ‘Basado en historias reales’. Se exponen un centenar de fotos de su fondo y las acompañan de un texto del autor –o de alguien que lo conoce bien– que amplía su sentido. La propuesta nos invita a mirar de forma distinta: puedes leer el texto y luego observar la imagen, o primero la foto y después el texto (y entonces siempre vuelves a la imagen, claro). Se inicia así un diálogo que toma caminos diversos. Karin Leiz, por ejemplo, explica una foto de Leopoldo Pomés donde aparece ella –‘Imagen blanca’, 1959–: un retrato vaporoso en una playa, con todos los colores del blanco, que transmite “la silenciosa emoción de Leopoldo” y es también un acto de amor.

Los textos de la Colectania son reveladores, describen la intimidad que el fotógrafo tiene con su obra, pero también sus miedos, sus estrategias. “No me gusta robar fotos”, confiesa Javier Campano, “su intimismo es un reflejo de mí mismo”. Jean-Marie del Moral elige un retrato de los pies del pintor Miquel Barceló y le recuerda a un cuadro de Van Gogh. Luego cuenta que, en el momento de disparar, siempre le viene a la memoria algún cuadro. Francisco Ontañón confiesa que su foto elegida –un niño que le apunta con una pistola– le produce un sufrimiento terrible, por la violencia que transmite, y exclama: “¡Haber fotografiado una persona y no volver a saber nada de ella nunca más!”

He aquí uno de los misterios de la fotografía: captar un instante no siempre te convierte en su propietario, tal vez te hace su esclavo. La muestra de la Colectania es tan amplia que caben todos: los juguetones y los curiosos, los sociales y los que miran hacia dentro, los que buscan lo extraño en lo cotidiano y lo cotidiano en lo extraño. La visita nos confirma que las fotos son también de quien las mira. Quizá para los fotógrafos es un alivio poder explicarse, soltar el lastre que pesa en cada imagen.