Puigdemont, en órbita

El amado líder de sus fieles encontró buena idea burlarse del fracaso del lanzamiento del satélite español. “Esto sí es un fiasco”, escribió en Twitter, quizá haciendo referencia al editorial de 'El País' publicado el día anterior: ‘Fiasco de Waterloo’.

Durante años, el ‘procés’ se alimentó de una supuesta superioridad catalana y centró el debate en el eje nacional. Toda una hazaña en plena crisis económica. Pero la pandemia ha socavado las vanaglorias territoriales. Barcelona, Madrid, Sevilla o Bilbao comparten la tragedia. A pesar del empeño de demasiados políticos, una suerte de hermandad ante la desgracia se impone. La gente de la restauración, de la cultura, todos aquellos que han visto sus vidas sacudidas por el virus, no están para burlas. Aprietan los dientes, tiran como pueden y, si está en su mano, ayudan. En la generosidad de muchos está la suerte de tantos. El lanzamiento del satélite formaba parte de un plan europeo. El consorcio francés Arianespace ha pedido disculpas. La burla de Puigdemont no solo era equivocada, sino que demuestra que está tan fuera de órbita como el satélite perdido.